Francia, Costa Rica y la Reforma Laboral

Adriano Ramírez Jerez

1 de Mayo de 2016

En varias ciudades del país europeo se llevaron a cabo una serie de protestas y huelgas contra una ley que, según trabajadores y estudiantes, “precariza el empleo”.

 

Curiosamente durante esta semana, en Costa Rica, hemos vivido episodios de huelga parecidos, con actores similares: Bloque 1: Sindicatos de trabajadores-estudiantes ante Bloque 2: Gobierno, Organismos internacionales y ciertas bancadas legislativas.*

 

El escenario geopolítico mundial, nos presenta situaciones similares en ambos países -lógicamente con circunstancias distintas debido al contexto histórico- impulsados por una razón general: El descontento de una considerable mayoría ante los intereses de una considerada minoría.

 

El reclamo es generalizado y consecuente es el discurso. La consigna de los huelguistas, tanto franceses como costarricenses, es la de evitar que se apruebe -o siquiera discuta- en el parlamento, la ley de salario único (CR) y la Reforma Laboral (FR). Por su parte, los gobiernos de turno, organismos internacionales y partidos políticos, la de hacer realidad la ley que impulsan.

 

¿Qué promueven ambas leyes y por qué existe tal disputa?

 

Muy bien, a través del tiempo la sindicalización de los trabajadores públicos les ha permitido ir adquiriendo una serie de derechos que ellos consideran pertinentes. Mediante negociaciones con distintos gobiernos, han hecho realidad una serie de beneficios colectivos que el Estado subvenciona por medio de los impuestos recaudados de sus habitantes.

 

Estas leyes, tanto la promovida en Francia como en Costa Rica, busca, en términos generales, acabar con estos “privilegios”. En el país europeo ataca las jornadas laborales -volviéndolas más extensas y peor pagadas-, promueve despidos masivos -justificados por “cambios tecnológicos” o “reorganización”-, además le resta fuerza a los sindicatos y rebaja las indemnizaciones en caso de despido. La siguiente imagen lo ilustra muy bien.

Mientras tanto, en el país centroamericano persigue otros objetivos no muy distintos:

 

  • Desvalorización del Código de Trabajo, que será sustituido por el Derecho Administrativo: es decir, el Código de Trabajo ya no defenderá al trabajador, sino que lo hará el Derecho Administrativo que se encarga de regular la relación entre Estado y particulares. (¿Confiable?)
  • Eliminación de componentes salariales: simplemente menos dinero para el servidor público. Desvalorizando lo que se conoce como Carrera Profesional (se reconoce dinero extra por grado profesional, cursos llevados, etcétera).
  • En el punto anterior también se ven afectadas las Anualidades (incentivo económico a un funcionario por cumplir 360 de labor continua), Salario Escolar, etcétera.
  • Peligran las convenciones colectivas y sus derechos adquiridos. Quedarían a expensas del patrono y lo que dictamine la nueva ley de empleo público.
  • Impuestos al aguinaldo y al salario escolar
  • Los aumentos anuales serán solo para los empleados que sean calificados como “MUY BUENOS” (no sobrepasará nunca el 2.54 %).

¿Quiénes impulsan esta reforma en el empleo público?

 

Bueno, aquí vamos. Los organismos monetarios internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial) que financian, mediante préstamos con altos intereses, nuevos bienes y servicios, y que son con los cuales se adquiere la deuda externa (concepto que las “noticias” mencionan mucho, pero que nadie -me incluía- comprende demasiado, pero que hay que saber), son los que impulsan este tipo de leyes.

 

¿Por qué?

 

Lo hacen por varias situaciones, la principal es que el gobierno reduzca la inversión en gasto público para que tenga dinero para pagarles la deuda externa. Costa Rica o el país determinado acata estas órdenes por una situación particular: continuar accediendo a préstamos (que curiosamente son absorbidos por la máquina de corrupción que impere en el país, -llámele diputados, presidente-; y que es un ¡Negociazo para ambos!) que financien “un país de primer mundo” y no dejar de pertenecer a “ciertos” grupos económicos fuertes.

 

¿Qué consecuencias podría arrastrar esta disputa?

 

Momento cumbre. El contexto actual de la humanidad nos indica que hay una marcada brecha social entre una clase y la otra (sí, esto es Marx mis queridos lectores). Nos dicta que la élite económica -dueña de las grandes empresas- realiza una serie de ajustes en contra de la clase trabajadora -los empleados de esas grandes empresas- que perjudican directamente su calidad de vida.

 

Por lo tanto, instruida relativamente y organizada -también relativamente- la clase popular, inicia la contraofensiva contra su agresor, y dicho agresor, por tener el poder en sus manos -y la astucia necesaria- responde. Amigos que aún se mantienen en la lectura, esto representa un conflicto social que difícilmente se va a resolver por la vía pacífica.

 

Entonces aquí viene la parte que les juro, yo me niego a creer, pero que algo me dice que es muy posible. ¡Guerra!. Que de hecho ya existe y se presenta en muchas vertientes. Sin embargo, esta podría ser peor, de mayor escala, o sea sí, digamos que sería apocalíptica. Debo mencionar que no quiero sonar paranoico, pero la realidad así lo presenta. Creo que muchos lo ignoran.

 

El punto de este extenso texto (discúlpenme) es educar, es hacer entender -a los que no lo comprendan- el momento histórico que vivimos; que una realidad no escapa de la otra, porque el mundo se rige por un sistema que -no quiero decir esto- excluye a la mayoría. Y que dignamente esa mayoría -aunque siempre ha sido bien manipulada la cabrona- no lo quiere permitir, porque se entera que constantemente entra en contradicción.

 

Para finalizar, pregúntese ¿De qué lado me encuentro? -puede revisar su cuenta bancaria o analizar que tal los activos de las 10 empresas familiares para sacar conclusiones- y tome partido, engrose las filas de los suyos y de la lucha por sus intereses.

 

¡Atención! Le ofrezco otra opción -no menos tentativa-, circule por la vida mientras le dure, exima su mente de los intereses económicos, encuentre otro sentido en este pasaje terrenal (sugiero descartar religiones, en especial la católica), disfrute de una tarde por la montaña, escriba poemas al amor de su vida -muchas veces condicionado por el dinero (quiero llorar por eso)-, sea idealista, encuentre salud emocional y física en este desastre a su manera.

 

Llegó el final, me despido, palmé la madrugada, saqué lo que tenía adentro -si gusta léalo con la voz más trágica que le haya presentado el cine-, esto ha sido un desahogo con el afán de decir algo que sea trascendente y útil, sé que este final se pudo haber evitado, de hecho sobra, pero gracias por llegar hasta aquí.

 

*No es general.

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