Todo un país sufre la crisis del Estado capitalista, tal como ha debido soportar la crisis económica y las distintas ofensivas de la clase dominante, en consecuencia los problemas sociales se conectan volviéndose crónicos, rebasando toda posibilidad de cura en las actuales circunstancias, sólo las elites con sus pensantes orgánicos apuestan al sistema con sus interminables reajustes.
La crisis estructural del modelo de acumulación neoliberal y la crisis cíclica que llevó a México al agotamiento son usadas por sus artífices para desestabilizar la economía entregándonos al capital trasnacional. Estos son fenómenos causantes de buena parte de las condiciones que hoy se viven, ya que se inscriben en una crisis mundial cuyas resonancias siguen repercutiendo bajo las presiones del imperialismo; sin embargo explicarnos todo lo que acontece por estos hechos es insuficiente para entender el universo de problemas actuales y su profundidad. Hoy la explicación es más global, el capitalismo toca fondo, toda su formación social aparece inmersa en una contradicción inédita, formulando la decadencia civilizatoria en que el Estado involuciona al absolutismo monopolista, el antagonismo del orden establecido frente a la suma de las clases y sectores oprimidos.
Es la totalidad de elementos (económicos, políticos, estructurales, ecológicos, culturales, militares, policiales, etc.) con que opera el capitalismo la que está en entredicho, la que se encuentra en otro espacio de crisis general de todos sus procesos, conduciéndonos a un mundo turbulento capitaneado por la irresponsabilidad de las fuerzas hegemónicas. Esta situación se caracteriza porque desarticula nuestro tejido social, descompone las bases fundamentales de la existencia en sociedad y porque extrema el orden piramidal de dominación social. En México el largo proceso de acumulación de poder político-económico nos trajo estas consecuencias más temprano, en forma trágica y a la vez apremiante.
Por otra parte, el imperialismo yanqui para encubrir su irresponsabilidad y reclamar nuevas injerencias, designó a las crisis de este tipo como “estado fallido”, para este resulta la explicación idónea de lo ocurrido en México. En resumen, que se contaba con un Estado ineficiente, mal formado e incapaz para caminar por sí solo, teniendo que ser intervenido para corregirlo, pero si se mira la historia del país se verá los esfuerzos de un pueblo por desarrollarse, la formación del Estado nacional adaptable con una burguesía que se asentó hasta su transformación en apéndice del capital internacional rompiendo con sus ejes sociales de otras condiciones capitalistas. Es un Estado removido de sus viejas funciones, dislocado intencionalmente por el gran capital y golpeado por la lógica de los factores político-económicos que fortaleció. De aquí la derecha sugiere varias opciones: desmantelarlo, reemplazarlo por un protectorado, “adelgazarlo”, dejar que navegue en su caos a merced de la rapiña, o reformarlo para ponerlo a tono con la nueva era.
Pero también el concepto de Estado fallido tiene expresiones críticas contra el capitalismo, partiendo del simple reconocimiento de los problemas gubernamentales, a las reflexiones profundas que esbozan la seria degradación del mismo, es el argumento que apuntala toda la inconsecuencia de este viejo Estado burgués, por tanto abunda en el cuerpo de éste, ausculta sus problemas desde el ángulo de todo lo que le impide o le hace imposible dar los resultados esperados en circunstancias de estabilidad, volviéndolo un aparato del que se ha frustrado en su papel de Estado-nación, que falló pues en las funciones normales de control. Hay mucho de cierto en ello, en las funciones que le han reasignado y la derivación de sus instrumentos que ha tenido lugar en la internacionalización del capital y el ejercicio del poder del actual bloque dominante para hacer viable una reordenación adecuada a sus fines; pero aunque las posturas críticas son positivas ante el problema, la denominación requiere una definición precisa y transparente en torno a la condición del Estado, sin lugar a las componendas con el sueño de un Estado democrático-burgués que enmiende sus fallas.
Antes que nada resulta oportuno ir a la síntesis del problema, sin más adjetivos: la crisis del Estado. Que se refiere al resquebrajamiento de esta forma de organización social, económica, política coercitiva, una crisis del conjunto de instituciones, el derecho burgués, la “comunidad” de las clases y la soberanía, una crisis del poder de regular la vida social nacional encumbrando el reino de la fuerza. Por esto la burguesía monopolista mandató a sus políticos a un nuevo pacto por el Estado de derecho, para que a cualquier precio sostengan todo el aparato dictatorial de control y poder cerrando filas contra el “México bronco”. A fin de cuentas, crisis de la sociedad capitalista tal como está organizada en el país, tanto de los últimos oficios que le han asignado, como del conjunto de funciones históricas en que se ha desenvuelto en el desarrollo del capitalismo. Cabe hacer el recuento de esta crisis porque con esto al pueblo se le presentan sus deberes y obligaciones:
La crisis del Estado y las condiciones económicas nos llevan finalmente a la polarización social, los conflictos recurrentes y las contradicciones antagónicas entre las clases populares frente al Estado y la burguesía, otro Estado es posible, de carácter proletario y popular, un nuevo poder popular es indispensable para resolver los tantos problemas de México. Las relaciones de dominación pasan por un momento de desestabilización, desembocan en una crisis política cuyo manejo dependerá de las clases y fuerzas que logren ponerse a la vanguardia del proceso, que enfrenten en el día a día cada artimaña del régimen dando la debida respuesta contundente.
De la crisis del Estado damos paso a una crisis política que se abre ante nuestras vidas, la cual debemos situar en sus aspectos principales: estalla ante la masacre y las desapariciones de los compañeros de Ayotzinapa, aflora en el carácter del Estado y su complicidad con el narcotráfico, e inmediatamente va expandiendo luz sobre los problemas del capitalismo en el país. Esta crisis política presenta las dificultades del régimen para seguir gobernando como hasta ahora, la inconformidad generalizada en el seno del pueblo trabajador ante las políticas que agravan las condiciones de vida en todos los aspectos, con su estallido en movimiento de masas en ascenso incontenible ante las acciones de la clase dominante.
La presente crisis política se enfoca en torno al problema del poder político, la salida democrática que se debe direccionar como democracia popular requerida por el país, el proyecto económico que rompa con el estrangulamiento imperialista neocolonial y las relaciones dominantes en torno al gran capital, las fuerzas proletarias, progresistas, revolucionarias y democráticas que han de dirigir el país precisando un cambio en su correlación, la elevación de la conciencia en torno a las tareas inmediatas, el sentido de la lucha de clases sumado a las nuevas relaciones sociales solidarias que se hacen necesarias, y el protagonismo de los sectores populares en una nueva geometría de un poder popular revolucionario.
FUENTE: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=191920