La elección de Bergoglio

Martín Pos

Laturf
Laturf

La transformación de Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, en Francisco, recuerda la época de la trans-mutación de los elementos, la de la alquimia.

 

Nunca, entiéndase bien, NUNCA, hemos visto que ser austero, viajar en bus, usar zapatos casi tan gastados como los del presidente uruguayo Mujica, hablar de la llamada iglesia de los pobres, pagar de su propio bol¬sillo la cuenta del hotel en que se hospedó, recibir a los diplomáticos acreditados hablando en italiano y no en francés según establece el protocolo, mezclarse entre la multitud en la plaza vaticana, rezar junto a los jardineros del vaticano, etc., etc., hiciera posible que los diarios más reaccionarios del mundo descubrieran, milagrera-mente, el camino de la redención. Bien es necesario agregar, como cohorte obviamente romana, a todos los dirigentes políticos de derecha, de ultraderecha y también, por qué no, “progresistas” a los que debemos añadir a los más preclaros representantes de la actual Teología de la Liberación (Frei Betto, Leonardo Boff) y renombrados intelectuales del ancho mundo “antimperialista” como Atilio Borón.

 

Realmente da asco, es nauseabundo, es obsceno, lo que viene ocurriendo desde la aparición de Francisco. Pero da igual asco y es igual de nauseabundo y obsceno, el manejo argumental que, urbi et orbi, se pone en práctica por tirios y troyanos por igual.

 

Ahora resulta que es posible pertenecer a una más que tradicional institución reaccionaria, retrógrada, autocrática, dueña del saber punitivo, autodefinida como guardadora de “la moral, la espiritualidad y del poder de discernimiento entre el bien y el mal”, amiga y acompañante de cuanto gobierno de derecha, nazi, fascista hubo y habrá, así como bendecidora de todos los dictadores y sus genocidas dictaduras, es posible -repetimos- tener una opción por los pobres. Los ejemplos que se dieron lo fueron a título individual y sin el consentimiento o aprobación -aunque sea en bajísima voz- por parte de la institución religiosa y sus autoridades. Salvo que creamos que los milagros existen y Francisco pueda terminar en San Francisco de Asís o en el obispo Angelelli o Monseñor Romero o Camilo Torres.

 

¡Hasta donde llegan la hipocresía, la mentira disfrazada de noticia, el renunciamiento a la libertad, la ceguera política y el sometimiento!

El jesuita Bergoglio no se llama Ignacio; adopta el nombre del mentor de los franciscanos. El jesuita que devendrá en franciscano le dijo al almirante Massera que quiere que pongan en libertad a los dos curas secuestrados, torturados, desparecidos, porque -le consta- “no andan en nada”; ¿y si anduvieran en algo? El jesuita arzobispo de Buenos Aires llegado a arzobispo de Roma, mantiene en su condición de curas (aunque judicialmente condenados) a los colaboradores directos de la dictadura de Videla-Massera-Agosti y a los pederastas argentinos, también condenados.

 

Podríamos seguir señalando contradicciones y contrasentidos; pero creemos que, con lo escrito es suficiente para dejar atrás a Bergoglio. Porque, si bien en condición de tal ha sido capaz de ser actor de tales drama, mucho más dramático será lo que encarará y llevará a cabo, Francisco.

 

Queremos mencionar algunas cuestiones que tuvieron lugar desde que Benedicto XVI anunció su renuncia hasta que Bergoglio fue entronizado Francisco.

 

  1. Benedicto XVI destituye al entonces director ejecutivo del Instituto para las Obras de Religión o IOR, conocido popularmente como el Banco Vaticano, una institución de la Iglesia Católica situada en la Ciudad del Vaticano y nombra en su lugar, el 15 de febrero de 2013, al alemán Erns von Freyberg, perteneciente a la Orden de Malta y armador de buques de guerra.
  2. En las primeras reuniones del cónclave cardenalicio el nombre de Bergoglio es poco nombrado aunque el cardenal estadounidense Timothy Dolan, tímidamente, empieza a hacer loby por él.
  3. Conocido su nombramiento, el presidente Obama afirma que es un respaldo al continente americano (cualquier parecido con la doctrina Monroe no es casualidad).
  4. Después de su encuentro con el papa, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff afirmó que “El papa es argentino pero Dios es brasileño”.
  5. Según las noticias, Francisco llevará a condición de santo al beato Juan Pablo II.

 

Los cinco puntos anteriores, y que hemos destacado de entre unos cuantos más, tienen en común aquello que todo lo escrito sobre Francisco pretende ocultar: que su nombramiento debe entenderse e inscribirse en un análisis mayor sobre lo que ocurre, políticamente, en la formación económico-social capitalista. ¡Salvo que seamos muy ingenuos y nos traguemos el cuento de que la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, tiene por objetivo para el ser humano la espiritualidad!

 

El punto de partida, entonces, tiene que ver con la crisis (política) iniciada en los años 2001-2002 y profundizaba (sistémica) en el bienio 2007-2008 y que está lejos de superarse, aunque algunos avances ha logrado.

 

¿Por qué, debe ser ese el punto de partida? Porque todo lo que ocurre -y lo que va a ocurrir- está teñido por la condición de agotado que tiene el capitalismo en esta época de su fase imperialista.

 

El momento que se vive nos dice que aquello que quedó pendiente de realizar -a pesar de que hubieron dos guerras mundiales- lo definió el ex presidente gringo George Bush padre, allá por 1990: un nuevo orden internacional. ¡Y ese cambio propuesto y buscado está definido como la barbarie organizada que diseñaron el Consenso de Washington y el neoliberalismo: no es la barbarie imperante! La diferencia entre la barbarie imperante y la organizada, radica en que la existente tiene como representante, como vidriera, la mencionada crisis sistémica. La barbarie organizada, en cambio, tiene otros cuatro componentes: 1) un aumento de la productividad del trabajo acompañada con una mayor tasa de desocupación y un menor salario real; 2) una profundización de la “castración de la juventud” que es una política creciente y cada vez más globalizada; 3) un acrecentamiento del demofascismo imperante y, 4) una aceleración de la política conducente a la tercera guerra mundial.

 

Pero, todo ese objetivo, tiene un problema que podemos demostrarlo por medio de varios ejemplos: 1) la derrota militar y política de los yanquis, por primera vez, a manos y armas de los vietnamitas; 2) la derrota, también por primera vez, de un golpe de estado patrocinado, propiciado, organizado por los yanquis, el de Venezuela contra Hugo Chávez; 3) el fiasco político, económico y militar que significó, para los yanquis y sus socios, la agresión-invasión-ocupación de Irak: 4) en el mismo sentido podemos referirnos a lo ocurrido con la también agresión-invasión-ocupación de Afganistán; por último, 5) las sucesivas derrotas de los israelíes por los palestinos de Hamas y Los libaneses de Hezbolla; 6) La primavera árabe aunque el imperialismo logró sumarla a su política de reacción democrática, antecedente directo del demofascismo. A todo ello ebemos agregar, muy especialmente, las revoluciones boliviana, ecuatoriana y venezolana. Es decir: la burguesía imperialista mundial (y la yanqui muy en particular) sufre una crisis, severa, por donde se la mire. Su carácter, hay que decirlo con todas las letras, es POLÍTICO. Debe ser encarada y, supuestamente resuelta, en ese aspecto.

 

Ante ello, surge una pregunta: ¿qué cuadros, qué estadistas, qué dirección política se requiere para semejante tarea?; ¿Cuáles respuestas tácticas deben ser encaradas? En particular, ¿que vía debe seguir la política yanqui para recuperar su patio trasero, en especial Sudamérica? Por añadidura, ¿cómo se tiene a raya a los desvalidos del mundo para que sigan ganándose el paraíso que, por definición, le es negado a los pobres de espíritu y ricos de bolsillo?

 

La respuesta es una sola: Francisco.

 

Portentoso peón de brega del imperialismo yanqui. Por eso el papa no es brasileño porque, por ahora, después del golpe de estado en Honduras, del golpe de estado sui generis que hubo en Paraguay, del intento pacificador en Colombia, de la muerte de Chávez, del retorno de Bachelet en Chile y de Vázquez en Uruguay, del arrinconamiento político y mediático a que es sometida Cristina F. de Kirchner (en busca del Capriles argentino), lo que se debe encarar es el aniquilamiento político de Lula, no porque juegue algún papel antimperialista y, mucho menos, anticapitalista, sino debido a que su programa es, en definitiva, el de la burguesía imperialista alemana y su lastimosa escudera, la burguesía francesa, que, como aliadas del imperialismo yanqui, en una futura guerra contra China-Rusia, quieren definir cual parte del pastel les correspondería en caso de ganar la guerra. No pueden tolerar ni aceptar la hegemonía casi absoluta de los yanquis.

 

Por eso al frente el IOR hay un armador alemán y Dilma Roussef dijo: el papa es argentino pero dios es brasileño.

Comentarios: 1
  • #1

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