Lo que está ocurriendo en Venezuela

Martín Pos

La situación en Venezuela I

 

La prensa burguesa, oral, escrita, radiofónica, televisiva, con ese mentiroso aire de informador neutro no contaminado con posiciones políticas, describe, lacrimoginamente, los acontecimientos venezolanos.

 

El amarillismo y la supuesta defensa de derechos humanos, son presentados como el eje de sus preocupaciones. Para nada nos dicen que un gobierno democráticamente electo (según parámetros burgueses) es sistemáticamente jaqueado por la burguesía. Desabastecimiento, sideral aumento de precios, reclamos por la "inseguridad" y por la libre venta de dólares, son presentados como el resultado de la política del presidente Maduro.

 

En realidad, ese cuadro de situación debería ser presentado como el intento por re-crear el mismo ambiente que, en el 2002, hizo posible el golpe de estado contra el presidente Chávez.

 

No podemos esperar de la burguesía opositora, de un sector de los estudiantes y de la intelectualidad, una conducta diferente. Ellos entienden que es la lucha de clases y quieren exacervarla porque, ahora, no está Chávez, está Maduro.

 

Si bien es de esperar que la burguesía cuasi-nacionalista se muestre titubeante ante la agresiva campaña de la burguesía proimperialista, debemos reconocer que lo que hacen Maduro y toda la dirección bolivariana, es abiertamente contrarrevolucionario.

 

Maduro, en vez de llamar a la pacificación y al diálogo, debe hacerse con el control de las divisas -tanto las que entran como las que salen- y, fundamentalmente, debe llamar a la movilización y el aplastamiento de los golpistas. Eso, en primer lugar. En segundo lugar y como aspecto fundamental, expropiar a todos los golpistas y poner las empresas expropiadas en mano de los trabajadores. Por último, debe poner en funcionamiento a los comités bolivarianos de defensa de la revolución para que se hagan dueños de las calles y del castigo a los conspiradores.

 

Por otra parte, las organizaciones populares y de izquierda de todas partes en particular de América, deben manifestar, de las mil formas posibles, la solidaridad con la Revolución Bolivariana.

 

La caída del gobierno de Maduro será una derrota de todo el movimiento de masas que, en todas partes, se resiste a la superexplotación. De darse esa desgraciada situación, viviremos -fisicamente- una aplastante derrota en manos de la contrarrevolución de la burguesía imperialista.

 

La situación en Venezuela II

 

El gobierno del presidente Maduro, termina por confirmar que, en toda conducta humana, lo que prevalece es la condición de clase.

 

Es lo que ocurre con los llamados "gobiernos progresistas" de Sudamérica, desde Cristina Fernández de Kirchner hasta el mismo Maduro.

 

Como la crisis iniciada en el 2007-2008 no es coyuntural, toda política burguesa (cualquiera sea su carácter: imperialista o cuasi-nacionalista) termina por ser el producto de salvar el sistema que es, ya lo sabemos, capitalista.

 

Sin embargo, en el terreno de la relación de clases a nivel mundial, tenemos dos actores, la burguesía y el movimiento de masas. Este es el que hizo posible, dada su resistencia a los planes de la moderna burguesía, "neoliberal" y guerrerista, que el sistema no se haya podido recomponer. Incluso echando mano de revoluciones que, aún siendo no socialistas, complican el tablero de la geopolítica mundial. El mayor ejemplo son los palestinos pero hay otros; el venezolano es otro.

 

No entender que, para defender esos procesos revolucionarios, la izquierda no puede ni debe tener otra táctica que el frente único con esas direcciones pusilánimes por definición, es jugar -objetivamente- a favor del imperialismo. Hoy en día hay tres formas de ser contrarrevolucionario: 1. ser burgués, 2. tener una política neostalinista y, 3. comportarse como trotsko-stalinista. No se puede ni se debe confundir los procesos con sus direcciones.

 

Una derrota de esos procesos, en este momento, es un triunfo contrarrevolucionario. Pero no puede, ni debe, ser inconveniente para señalar políticas cuasi-nacionalistas que llevan al despeñadero. En ese sentido el gobierno de Maduro debe llevar adelante tres políticas concretas: 1. estatizar el comercio exterior, 2. expropiar toda empresa que obstaculice el proceso revolucionario y poner bajo dirección de sus empleados y obreros su actividad y, 3. organizar, a partir de los comités de fábrica existentes y los que se vayan creando el concepto militar de pueblo en armas.

 

Lo que está haciendo Maduro, llamar a la paz, a negociar con Capriles, a conversar con Obama son, ciertamente, cartas de derrota.

 

En la lucha de clases, las derrotas se pagan caro, incluso con la vida.

 

La situación en Venezuela III

 

No nos cabe ninguna duda. La situación venezolana es lo más importante que está ocurriendo en el mundo. Ni Ucrania, ni Siria, ni Palestina, tienen la misma dimensión. Aunque con mayor intensidad que los tres últimos nombrados, Irán no es -ahora- tan importante como lo que ocurre en la tierra que vio nacer a Bolívar.

 

Los análisis que escuchamos, vemos o leemos, pecan de ignorar algo común y que lo transforman de muy secundario orden: no tienen presente lo que, en 1990, el entonces presidente gringo Bush llamó "la necesidad de un nuevo orden mundial". Debemos resaltar que ese nuevo orden que reemplace el de la guerra fría porque debería suceder a la caída del Muro de Berlín, tiene nombre y apellido: la plena vigencia y la más rancia ostentación de poder posible en manos -y armas- de los EEUU.

 

Pero tan arrogante pretensión no se compadece con la realidad. Económicamente, EEUU está seriamente amenazada por China; militarmente, la derrota a manos de los vietnamitas, dejó a EEUU en situación perdidosa; sociológicamente, los planes "neoliberales" posteriores a la finalización de los "30 gloriosos años" de la posguerra, no terminan de lograr su objetivo central: la super-explotación de la fuerza de trabajo en un proyecto de barbarización creciente. La resistencia del movimiento de masas, es verdaderamente heroica.

 

El cuadro anteriormente descripto, anuncia -a los cuatro vientos y a quienes quieren ver y entender- que en el horizonte hay claramente dibujada a una nueva guerra mundial. El sistema capitalista debe llevar adelante una gran destrucción de bienes y de fuerza productiva para poder obtener ganancia con la re-construcción subsiguiente. Esa es la estrategia de la burguesía imperialista; no tienen, por otra parte, salida diferente posible.

 

Lo que ocurre en Venezuela nos lleva a un fuerte recuerdo de los primeros escarceos de la Guerra Civil Española y nos dibuja en el horizonte la factibilidad de la Gran Guerra.

 

Debemos aprender de la experiencia. A los fascistas se los enfrenta para tratar de derrotarlos. No se los llama a la discusión: no aceptan razones ni mayorías.

 

Y no olvidemos que el fascismo es la última fase de la política burguesa: la derrota física de las masas.

 

La situación en Venezuela IV

 

“Todo se debe a una conspiración fascista”. ¿Es así de simple la cosa en Venezuela?

 

Comencemos por recordar que el fascismo es un movimiento social, del que forman parte los grandes sectores aburguesados, buena parte de la clase media y gran cantidad de lúmpenes. Se propone tomar el poder para someter al conjunto de la población a la más cruel superexplotación con la consiguiente negación de derechos democrático-burgueses. Por su naturaleza es un grupo armado que practica el terrorismo y la violencia indiscriminada aunque, si de activistas y políticos de izquierda se trata, al igual que de honestos dirigentes sindicales y comunales, lo que pretende es su eliminación física. En general, los burgueses proveen el capital, la pequeña burguesía los ideólogos y cuadros medios y el lumpenaje, la fuerza de choque. Suelen aparecer y manifestarse en situaciones límites del sistema capitalista, de desmovilización y derrotas del movimiento de masas –especialmente los trabajadores, y anteceden a la guerra civil y, presagian y preparan el terreno para guerras generalizadas. Su existencia es la corroboración política de la descomposición del sistema capitalista.

 

En estos momentos existen –y actúan- en muchos países, atrasados o desarrollados. Constituyen –políticamente- el enemigo a vencer. Recordemos los casos italiano, alemán y español; recordemos, también, que la burguesía no ve con malos ojos su existencia: Franco, Chiang Kai Sheck, Pinochet, Videla, etc.

 

Pues bien, en Venezuela se han propuesto dirigir la contrarrevolución y tienen todo el apoyo de la burguesía imperialista y la complicidad de la socialdemocracia, las iglesias, las burocracias sindical y política y la vista gorda de los gobiernos “amigos”. Por el momento no hicieron pie (o poquísimo) en las fuerzas armadas bolivarianas. Se proponen desgastar interiormente el apoyo popular al chavismo, crear división en las fuerzas armadas, sentar precedentes para la intervención extranjera, vía OEA, ONU o –más adelante- el reconocimiento a algo similar al Ejército Sirio Libre.

 

La respuesta a esta situación no puede ser otra que cortar desde el vamos (todavía se está a tiempo) ese proyecto. La respuesta debe ser política, es decir, de reafirmación del proceso revolucionario. En ese sentido Venezuela debe decidir entre dos posibles salidas: avanzar hacia el socialismo o retroceder hacia el totalitarismo fascista sin siquiera mediar por la democracia burguesa. Según sea la táctica elegida, así será el resultado.

 

El socialismo se caracteriza por el tipo de gobierno: si representativo o si participativo-resolutivo. El representativo ya existe, es el de Maduro; se debe avanzar hacia el otro, el que apunta al socialismo. En ese sentido, las fuerzas armadas bolivarianas deben trabajar conjuntamente con las milicias bolivarianas y las milicias obreras. Pero la dirección militar para aplastar al fascismo debe estar subordinada a la dirección política. Esta, a su vez, no puede tener el carácter representativo que ahora tiene; debe avanzar a lo participativo-resolutivo. Deben crearse comités de soldados, milicias bolivarianas y milicias obreras; los comités de fábrica existentes deben transformarse en milicias obreras. En el aspecto económico, estatizar el comercio exterior: todos los dólares que entran o salen, pasan por ese organismo; en lo económico-social, poner todas las empresas privadas conflictivas en manos de comités de fábrica.

 

De no aplicarse medidas del tipo de las sugeridas, es posible que, el próximo round, sea mucho más beligerante y difícil de sobrellevar.

Este primer round, el que acaba de pasar, estratégicamente lo ganó el imperialismo. Fue así como comenzó la derrota de Salvador Allende.

 

La situación en Venezuela V

 

En el diario El País, de España, en la edición de hoy, 14 de marzo del 2014, aparece un artículo de opinión firmado por Jorge Castañeda con el título de "El Pensamiento Troglodita; Ni Maduro es Allende ni Leopoldo López es un golpista como Augusto Pinochet".

 

Es importante señalar que el Sr. Castañeda fue ministro de relaciones exteriores del ex presidente mexicano Vicente Fox.

 

Si aplicamos aquello de: "por sus hechos los conoceréis", queda más que explícito que se trata del comentario de un conspicuo dirigente de la corrupta burguesía latinoamericana dueña del poder de los gobiernos y de la voluntad, los deseos y la vida de los trabajadores de estos lares.

 

Sin embargo es muchísimo más importante que el mencionado Sr. Castañeda es responsable de lo que ocurrió en aquel entonces en Chile.

 

Para esos tiempos era un connotado intelectual y dirigente del Partico Comunista Mexicano. Y si tenemos presente que su similar chileno llamó, sistemáticamente, a confiar en el ejército y nunca impulsó la movilización de los sectores populares, su responsabilidad intelectual y política es por demás mayúscula.

 

Pues bien, ese señor, que -desde que cayó el Muro de Berlín se transformó en un conspicuo dirigente de la burguesía llamada neoliberal- no puede entender los fenómenos políticos nada más que en sus apariencias y no en su esencia.

 

La pregunta es concreta: ¿quienes llevan adelante la historia?; ¿algunos individuos -destacados- o el movimiento de masas? Si es esto último, ¿no se rigen por los mismos principios de la lucha de clases?

 

Evidentemente, desde el punto de vista formal, no hay correspondencia entre los principales actores. Pero, desde el punto de vista de los hechos políticos, no hay diferencias. Por eso, si se aprende de la historia, en Venezuela el movimiento de masas debe hacerse dueño de las plazas y las calles pero debe estar resguardado por los comités de autodefensa conformados por las fuerzas armadas bolivarianas y las milicias bolivarianas y obreras.

 

Este primer round, el que acaba de pasar, estratégicamente lo ganó el imperialismo. Fue así como comenzó la derrota de Salvador Allende. Fue así como comenzó el Plan Cóndor en Sudamérica en 1973. Los Pinochet, los Videla, etc. fueron la consecuencia.

 

La situación en Venezuela VI

 

Si nos dejamos llevar por las apariencias, el intento de preparación del golpe de estado (observemos la calificación) está llegando a su final.

 

Le llamamos intento de preparación del golpe de estado, por cuanto (lo confirman Honduras y Paraguay) hoy las cosas de esa naturaleza no ocurren como antes. La burguesía imperialista aprendió de sus fracasos y de la resistencia del movimiento de masas.

 

Los golpes de estado clásicos estuvieron precedidos de intentonas de escaso vuelo que, necesariamente, terminaron en fracaso. En realidad en fracaso aparente por cuanto prepararon el ambiente para el verdadero. Dos ejemplos notables son el levantamiento de algunos aviadores militares dirigidos por el brigadier Cappellini en Argentina y la rebelión de los tanques de guerra en Tacna, Chile que cerraron el paso el general Schneider y se lo abrieron a Gustavo Pinochet.

 

Lo que no cambió es el método burgués de resolver los conflictos de clase. Va desde la apariencia democrática a la más descarada dictadura fascista o nazi o franquista o a lo Chiang Kai Shek. Que aparente ser democrática va de la mano de la posibilidad de alternar, en el gobierno, entre "la izquierda" (no más allá de la socialdemocracia, entiéndase bien) y la burguesía que al stalinismo legustaba llamar democrática (Roossevelt, por ejemplo). Pero, como ocurre ahora, lo democrático-burgués es cada vez menor, la verba democrática sirve para ocultar la represión fascista.

 

En Venezuela ya pasaron por morder el polvo de la derrota cuando en el 2002 quisieron echar a Chávez; ahora, más cuidadosos, echan a rodar a cuadro medios tipo clase media para crear el ambiente. Se apoyan en los desaciertos del gobierno porque existe malestar. De clase media, sí, pero objetivo. La burguesía no quiere resolver esos problemas; lo que quiere es usarlos como palanca de apoyo.

 

Por otra parte, intenta una tercer forma de golpe de estado (están el clásico y el golpe a lo paraguayo) que pretende crear la posible invasión militar, legal, resuelta por alguno de los organismos (OEA, por ejemplo) de esa cueva de ladrones que se llama ONU. Eso es lo que se buscó por medio de Martinelli. Por eso, para salvar el proceso revolucionario, tiene que existir un programa que vaya de lo inmediato a lo determinante:

 

  1. Estatización del comercio exterior;
  2. Estatización de toda empresa que enfrente el proceso revolucionario. Entrega de las mismas a consejos obreros democráticamente elegidos por los trabajadores de la empresa;
  3. Limpiar las calles de toda rémora fascista. Llamar al movimiento de masas a ocuparlas y garantizar su seguridad con comités de autodefensa formados por la fuerzas armadas bolivarianas, las milicias bolivarianas y las milicias obreras;
  4. Por último, para enfrentar una posible nvasión militar, constituir la Federación de Estados Socialistas con Bolivia, Cuba y Ecuador. Obviamente, esa Federación debe ser un resguardo militar.

 

Este primer round, el que acaba de pasar, estratégicamente lo ganó el imperialismo.

¡Que no repita lo de Chile con Allende!

¡Que no se reedite la tragedia de la Revolución Española!

Comentarios: 1
  • #1

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