Sindicalismo (Parte I)

Félix Prieto

Desde la aparición y consolidación de las principales civilizaciones en la antigua Mesopotamia, en las dinastías asiáticas y en nuestras culturas precolombinas se puede encontrar al comercio como un elemento constitutivo de estas sociedades. Sin embargo no es hasta el siglo XVII que en Inglaterra se configura y cristaliza el capitalismo como sistema económico sustituyendo al sistema económico feudal.

 

Solo con la aparición del capitalismo es posible la agrupación de grandes masas de trabajadores que venden su fuerza laboral a cambio de un salario. Es bajo estas circunstancias que nacen los sindicatos como respuesta a esta nueva composición social.

 

Estos movimientos sindicales a lo largo de su desarrollo han sido objeto de estudio como fenómeno social. Las concepciones elaboradas por los teóricos pueden dividirse aproximadamente en dos categorías: los enfoques que distinguen un importante potencial revolucionario en la actividad sindical y los que aducen que esta actividad no facilita en sí misma la transformación revolucionaria de la sociedad capitalista.

 

Los primeros representantes de lo que se podría llamar “la tradición optimista” son Carlos Marx y Federico Engels. Ellos analizaron la sociedad y el papel que tenían los sindicatos y determinaron que aunque los sindicatos no habían podido erradicar las causas que generan la injusticia y la desigualdad social, al menos habían impuesto ciertos constreñimientos a los abusos capitalistas sobre las condiciones de trabajo. Además, veían como las organizaciones obreras se habían transformado en entes estables después de que habían aparecido inicialmente como simples coaliciones.

 

Además, agregaban que estas asociaciones habían sido movidas por los padecimientos entre los propios trabajadores lo que les había permitido pasar a ser una clase con conciencia en si a una clase con conciencia para sí. Inevitablemente, esto los ponía en contradicción con la clase social que tenía el control económico dinamizando y catapultando a la sociedad en una lucha de clases, o sea, en una lucha política.

 

Marx Y Engels creían que aunque el movimiento obrero había arrancado de las manos de los dueños de las empresas algunos beneficios estos seguían siendo logros limitados, lo que haría que las organizaciones laborales adoptaran formas políticas de acción y llegaran en definitiva a desafiar toda la estructura de dominación de clase. Esto ineludiblemente, conduciría a la revolución social y como consecuencia mayúscula se culminaría en una sociedad más justa, más democrática, más libre.

 

Finalmente, a pesar del potencial emancipador que Marx y Engels les conferían a los trabajadores, recalcaron elementos viciosos pero considerados transitorios dentro de la joven estructura sindical de aquel entonces:

 

  1. Los sindicatos existentes no representaban a toda la clase obrera sino a una minoría aristocrática de obreros privilegiados.
  2. Había ausencia de actividad revolucionaria, esta se achacaba a la corrupción material e ideológica de los líderes. Se atribuía la pasividad de la base a la corrupción de los líderes.
  3. El aburguesamiento de la clase obrera inglesa como consecuencia de la posición monopólica que ocupa el capitalismo inglés en la economía mundial.

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