Sobre la vida y muerte de Trotski en México

Rogelio Cedeño Castro

21 de Agosto de 2015

Un 20 de agosto de 1940 era asesinado en la ciudad de México, León Trotsky(1879-1940), quien junto con Vladimir Lenin(1870-1922), fue uno de los principales dirigentes de la revolución bolchevique de octubre de 1917. Con este crimen atroz culminaba la serie de asesinatos y ejecuciones ordenados por José Stalin quien, a la cabeza de una burocracia de origen zarista desvirtuó la revolución haciéndola derivar hacia un capitalismo burocrático de estado, los que en el término de poco más de veinte años llevaron a la eliminación de la mayor parte de los dirigentes de la rama bolchevique del socialismo ruso.


Los procesos de Moscú de 1936 y 1938 fueron una monstruosa comedia para acusar, sin derecho a defensa alguna, a connotados revolucionarios como Bujarin, Zinoviev, Kamenev, Radek y otros de ser agentes del mikado japonés y el régimen nazifascista alemán, los que terminaron con sus condenas a muerte y ejecución posterior. El fiscal Vichinky, un antiguo menchevique se vengaba así de los que dirigieron la revolución más importante del siglo XX y aún así, el déspota del Kremlin no se conformaría hasta asesinar al gran compañero de Lenin durante las horas y los años más decisivos de la revolución, quien había encontrado asilo en el México generoso del presidente Lázaro Cárdenas(1934-1940), donde fue recibido por el pintor Diego Rivera y su esposa, la también pintora Frida Kahlo, junto con otras personalidades de la vida política cultural mexicana de entonces, además de haber habitado en Coyoacán, un bello sector ubicado al sur de la capital de México.


Más allá de disputas anacrónicas y bizantinas sobre trotskismos y antitrotskismos, nos permitimos recomendar la lectura del extraordinario libro Trotsky. Revolucionario sin fronteras [1], del historiador y experto en lengua y cultura rusas Jean-Jacques Marie, quien

 

Convencido de que el período histórico abierto por la revolución de octubre de 1917 no está cerrado,...responde a estas preguntas (¿Por qué su fantasma -el de Trotsky decimos nosotros- sigue asediando a tantos espíritus en todo el mundo? ¿Cuál es la herencia del apóstol de la revolución permanente en la hora de la globalización y la mundialización?) con enorme rigor histórico, siguiendo el recorrido político de Trotsky y su prolífico pensamiento. A partir de testimonios provenientes de archivos rusos, en la mayoría de los casos inéditos, Marie insiste en la clarividencia política del fundador del Ejército Rojo y su considera que su análisis fue precursor en cuanto a las consecuencias de la globalización, los límites de la democracia y las formas actuales del capitalismo. (Contraportada de la edición).


Con respecto a la estadía de León Trotsky en México, nos permitimos recomendar la lectura del bello texto de Alain Dugrand (Lyon Francia, 1946) Calle Viena, Coyoacán, que forma parte de un opúsculo un poco más extenso, publicado bajo el título Trotsky. México 1937-1940 [2]. Nos dice Alain Dugrand:

 

Si Francia es mi país natal, México es mi segunda patria, el territorio de los españoles infinitos, mi Nuevo Mundo, un nuevo mundo que nace del fragor de las crisis de América Latina. Lo ha sido para tantos marginados y exilados. México es un poco París para los centroamericanos, la ciudad generosa, siempre emocionada hasta las lágrimas por el perseguido que deposita en un muelle o en el vestíbulo de un aeropuerto su hatillo, su maleta. Sea nicaragüense, cubano, español, argentino, guatemalteco, portorriqueño, haitiano o chileno, México se ofrece a aquel que nada tiene. Un cuarto miserable para dormir en un edificio del centro, un cuarto de hotel para renacer, un próspero centro de ayuda para que se repongan los perseguidos que nadie quiere en el mundo. Fidel Castro y el Che vivieron aquí antes que la revolución victoriosa expulsara a Batista; Sandino, el nicaragüense, pudo descansar aquí; los republicanos españoles llegaron a México por decenas de millares y aquí encontraron su razón de existir; los judíos y los antifascistas europeos, de Víctor Serge a Merceau Pivert, de Otto Rühle a Gustav Regler, fueron acogidos cuando la Europa stalinista, nazi, vichista, musoliniana constreñía a la fuga a aquellos cuya utopía era del color de la sangre. [3]


No quisiera terminar estas líneas armadas con cierta premura, tal vez por el deseo de compartirlas en esta fecha que recuerda un crimen tan atroz, sin recordar la emoción con que escuché hace un par de años, allá en la Ciudad de México, a un grupo de jóvenes -casi niños- todavía entonándose con aquella melodía de John Lennon, para cantar la resonante y conmovedora letra hasta hacernos llorar y que con su tonalidad poética, aunque breve y directa, nos dice: "All we are sayng is... give peace a chance"

 

Notas

 

[1] Marie, Jean-Jacques (2009) Trotski. Revolucionario sin fronteras. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

[2] Varios autores (1992) Trotski. México 1937-1940. México D.F.: Siglo XXI.

[3] Varios autores (1992) Trotski. México 1937-1940. México D.F.: Siglo XXI, p. 14.

Comentarios: 3
  • #3

    monster beats (viernes, 19 agosto 2016 01:42)

    Gracias por tanta información que usted.

  • #2

    Self Balancing Scooter (martes, 19 abril 2016 00:17)

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  • #1

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