43 voces muertas

José Solano Solano

19 de Octubre de 2014

La noticia que circula por los medios en el mundo sobre la muerte de cuarenta y tres futuros maestros rurales mexicanos ha conmocionado la opinión pública. Muchos aducen que se trata del crimen organizado, del narcotráfico, y probablemente tengan razón. Sin embargo, es necesario develar objetivamente lo que se esconde en eso que llaman “el crimen organizado” para alcanzar la magnitud real del significado que ello conlleva. Por demás está decir que la muerte de estos educadores identifica a los que hemos asumido esta tarea para nuestras vidas, que la solidaridad la llevamos profundamente, porque hoy fueron ellos y mañana podemos ser nosotros.

 

¿Pero es el crimen organizado el culpable de la muerte de estos cuarenta y tres jóvenes mexicanos? Absolutamente. Fue el crimen organizado del estado de México el que llevó a la tragedia de los estudiantes de Ayotzinapa. El tejido, la maraña de conexiones de los gobiernos mexicanos, sean de cualquier partido (aunque es evidente el papel central del PRI), con los cárteles de la droga, con ejércitos paramilitares, con sicarios y terroristas, ha transformado la realidad política en una cuestión incontenible. El desbordamiento de la violencia es solo la consecuencia irremediable del manejo del poder estatal por parte de los órganos representativos.

 

El estado es una organización social impuesta, no concertada. Este es, quizás, el caso ejemplar mexicano. Un estado solo puede ser sostenido por aquello que los ilustrados llamaban el “contrato social”, es decir, una serie de condiciones idealmente aceptadas por los miembros de la sociedad, aunque esto distara mucho de la realidad. Más bien, y lo cierto es, el Estado es el mecanismo de sostenimiento de la división de clases, ergo la desigualdad socioeconómica como fundamento del mantenimiento del poder en manos de unos cuantos.

 

En el caso mexicano, el Estado, desde el final de la traicionada revolución hasta el día de hoy, se ha convertido en una poderosa maquinaria a manos de un solo partido, donde la persona común no tiene cabida y donde la corrupción vuela a grito de trompeta. Existe, por lo tanto, aquello que hacen llamar el “Estado Paralelo”, uno donde, a parte de la institucionalidad disque democrática, versa también el narcotráfico, el sicariato y la corruptela (también institucionalizadas). La complicidad de los gobiernos mexicanos con el crimen organizado es evidente a todas luces, basta observar el mapa del narcotráfico en México [1] y compararlo con el mapa electoral del último proceso en el que ganó el PRI [2].

 

México es, hoy en día, uno de esos estados terroristas donde se busca acabar con todo aquello que no empata con el negocio de unos cuantos. Las conexiones con los líderes del narcotráfico han sido denunciadas en muchas ocasiones [3], lo que ha convertido esta “leyenda urbana” en algo más que realidad. Así pues, sean las víctimas del PAN durante el gobierno de Calderón, sean las que lleva el PRI con Peña Nieto, lo cierto es que el asesinato es la norma para implantar el terror en el estado, a la vez que se aumentan los recursos para combatir aparentemente el crimen y así salen beneficiados algunos sectores: militares armamentistas mexicano-estadounidenses, la narco-CIA, los poderosos cárteles, la maquinaria electoral partidaria, los grandes empresarios y transnacionales. En suma, se trata de un negocio redondo.

 

El estado, pues, no solo avala y facilita la existencia del crimen organizado, sino que se beneficia de él. ¿Pero qué está detrás de todo esto? ¿Qué se encierra detrás de la muerte de unos jóvenes estudiantes de pedagogía? Si bien habrá mucha tela que cortar cuando todo vaya siendo develado, hay algo que sí es evidente: aunque el suceso pareciera aislado en una zona rural de Iguala, esto forma parte de un proceso realmente sistemático y sumario del estado. Es menester desaparecer todas las voces y acciones disidentes que promuevan la destrucción del statu quo mexicano, ese leviatán aterrador que promueve el miedo.

 

México es un estado fallido. Uno que en casi cien años de aparente “reconstrucción” después del porfiriato, solo ha podido sostenerse bajo la sombra de los Estados Unidos (corresponsable de mucho de lo que actualmente ocurre) y bajo el interés de familias muy poderosas que ven en el crimen la única manera de sostenerse en ese poder. Así es como la muerte de los normalistas forma parte del engranaje de la narcomafia, de la narcopolítica y del narcoestado. Narcotráfico sumado a la muerte sistemática de hombres y principalmente mujeres, lo cual ha permitido mantener un control social de las mayorías asustadas por el incremento de esa violencia patrocinada.

 

La relación amorosa entre el crimen organizado privado y el crimen organizado del Estado, es el amancebamiento que sigue sosteniendo a México en una cuerda floja. Esto también ha sido la simiente de muchos movimientos revolucionarios que se plantean cambios verdaderamente radicales de la sociedad. O bien, ante una creciente desconfianza por la justicia de ese estado terrorista, las propias comunidades empiezan a tomarla en sus manos, conformando cuadros armados en las vecindades y pueblos, cuyo fin es la protección ante el narco y el gobierno. Frente a poderosos brazos armados (sicarios y ejército), los brazos del pueblo también empiezan a armarse. El Estado-Nación poco a poco se desmorona y las consecuencias de ello serán apocalípticas.

 

Por lo pronto, los normalistas caídos forman parte de ese otro México que será reconstruido de sus cenizas. Ellos, como tantos otros desaparecidos, asesinados, torturados, son el símbolo de lo que hoy es México, de las nefastas consecuencias del sistema capitalista, del llamado Estado Burgués, del fascismo institucionalizado, de las políticas (neo) liberales. Ellos son los que no se fueron a morir tras el muro, sea por el desierto, sea por la mano de un minuteman. Ellos son los que se quedaron a alfabetizar, a concientizar, a llevar la preparación para la lucha definitiva contra el monstruo del Estado, el gran narcopromotor, el gran asesino, el gran padrino de la mafia. Y son educadores, verdaderos vanguardistas de la lucha y de la resistencia de los pueblos, ya sea con tiza y libros o con machetes y fusiles.

 

Qué honor es sentirse identificado con estos cuarenta y tres jóvenes, qué honor es ser educador en tiempos de sombras asesinas. Qué honor es verse motivado a luchar contra Leviatán cada día, a riesgo de perderlo todo. Qué honor es, para quien escribe estas líneas, ser un educador, cuando otros mueren por el futuro soñado.

 

Notas

 

[1] BBC. 2012. El nuevo mapa del narcotráfico en México. Consultado en: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/10/121010_mexico_mapa_guerra_narco_carteles_jp

 

[2] La nota anterior se puede comparar con el sitio: http://atlaselectoral.mx/#, en el cual se puede anteponer el resultado del PRI y del PAN a nivel mexicano en escala de percentiles. Nótese como el mayor porcentaje electoral fue obtenido donde domina actualmente el cartel de Sinaloa y el de los Zetas para ambos partidos. Esto demuestra, además, la misma conflictividad entre los partidos para captar votos, pero también la estrecha relación entre los cárteles y las dos agrupaciones electorales más grandes de México.

 

[3] Para mayor certeza al respecto, consúltese los siguientes enlaces: Martínez, G. 2014. Presentará PRD evidencia del pacto entre el PRI y el narcotráfico en 2011. Consultado en: http://www.cambiodemichoacan.com.mx/nota-231736; McGahan, J. 2013. El padrino del narcotráfico mexicano, ahora libre, adquirió su poder durante la época del PRI. Consultado en: http://www.vice.com/es_mx/read/el-padrino-del-narcotrafico-mexicano-ahora-libre-adquirio-su-poder-durante-el-gobierno-del-pri; Esquivel, J. 2012. Gobiernos del PRI no combatían a los cárteles del narco: congresista de EU. Consultado en: http://www.proceso.com.mx/?p=311539; CNN México. 2011. Calderón asegura que un sector del PRI piensa en pactar con narcotráfico. Consultado en: http://mexico.cnn.com/nacional/2011/10/15/calderon-asegura-que-un-sector-del-pri-piensa-en-pactar-con-narcotrafico.

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