Adiós Rodri… Con tanto Zapote llega Johnny

José Solano Solano

8 de Enero de 2013

Dicha absoluta al recibir este nuevo año. Rodrigo Arias, el acólito del mal, por fin se resignó a abandonar la contienda electoral burguesa costarricense, es decir, la patraña de democracia liberal que tiene este pequeño rincón de Centroamérica.

 

El llanto ha sido derramado por las cámaras empresariales, el gremio más poderoso del país, el siempre bien doblegado a los intereses del mercado mundial. Ahora lloran sobre la leche derramada ante la incertidumbre que no solo los agobia a ellos, sino al costarricense en general: ¿será que el populista Araya podrá componer el descalabro político que ha provocado Laura Chinchilla en estos tétricos años de gobierno? Tanto para los empresarios como para los mortales de a pie, Chinchilla ha sido el acabose, pero el derrochador alcalde (al mucho estilo de Diamante) no plantea verdaderas soluciones para una Costa Rica tan perdida como la actual.

 

Lo que sí pareciera es que algunas cosas no cambiarían con un eventual gobierno de Liberación Nacional: el entreguismo proxeneta del país a los chinos, el atontamiento de la población con fiestas anuales y viernes negros, las calles del país tan de “primer mundo” como las de San José con sus correspondientes y exclusivos caos viales, las fiestas faranduleras en malles y avenidas rompiendo lacitos coloridos (porque las plaquitas ya tenían marca registrada: Arias & Peace Nobel Company), besitos a las viejitas porque la cámara está filmando y cuanta ridiculez se le ocurra a esta o al futuro gobernante. A veces las similitudes con la Argentina de Menem le ponen los pelos de punta a cualquiera.

 

Ojalá que el deslumbrado alcalde, quien ya celebra su victoria como candidato único, al menos tenga la decencia de enfrentarse a los ciudadanos que con respeto le hablen o encaren, no vaya a ser que salga como cabrito en pleno berrinche o se le paren los pelos de punta cuando no sepa qué responder.

 

Otros que sufren la partida de Rodrigo son sus más fieles peleles serviles: María Luisa Ávila y Víctor Hugo Víquez. La jugada perfecta la hizo Villanueva; pero qué se puede esperar de quien es capaz de vender a la Patria y a la propia madre en combo de a dos por uno. Dicen por ahí que la puñalada trapera ya dio sus frutos: tres diputaciones y todas las alcaldías y regidurías de la provincia de Cartago puestas a ojo y dedo de Villanueva, así como su propia silla ministerial, misma que no podía faltar. Pero eso es parte de este añejo y corroído sistema electoral donde priva la dedocracia, el egoísmo, el autoritarismo, el abuso del poder y la precarización económica e intelectual. Probablemente el que más rápido se bajó de la nube política fue don Bryan Ganosa (y seguro hasta el “Paté” Centeno), pues sus aspiraciones de ocupar una curul se esfumaron con la partida de Rodrigo.

 

Parece que tantos años de politiquería y populismo han rendido frutos. Johnny Araya ha iniciado un camino impostergable: cuatro años más de lo mismo, de Liberación Nacional, de corrupción, de narcopolítica, de servidumbre, de violencia, de pobreza, de represión social. El camino está marcado y el culpable sigue siendo el pueblo domesticado y servil, el que no ha podido desatarse, el que sigue creyendo en promesas vacías y engaños preelectorales: bono de vivienda, más trabajo (aunque sea en condiciones de sobreexplotación), más crédito para gastar (aunque suban las tasas de interés), más fiesta para volver a ser el país más feliz del mundo y más sueños rotos.

 

Sin embargo, mucho cuidado con un sector que siempre anda oculto, esperando su momento: el empresarial. Quizás han perdido una batalla con la huida de Arias, pero siguen planificando nuevas formas de control social, nuevas formas de endeudamiento, de trabajo esclavo, de consumismo, nuevas (o no tan nuevas) formas de gobierno opresor.

 

¿Y los costarricenses conscientes, críticos y luchadores? Tendrán que seguir aplazando sus sueños revolucionarios, porque esta Costa Rica sigue adormecida en medio del confort, un vacío y simplón pura vida y el conformismo consumista. Pero, mientras se siga pensando que en este país todo se soluciona con una marcha por Avenida Segunda o con motivar a otros a votar por el menos malo de los candidatos cada cuatro años, los cambios tan ansiados por muchos serán simples espejismos en medio del desierto de país que se está gestando.

 

La mesa está cada vez más servida para las grandes transformaciones, mismas que serán alcanzadas cuando se comprenda que el sistema electoral burgués decimonónico está acabado, cuando se busquen alternativas de participación inclusiva y directa para la población, cuando se plantee, por primera vez, un cambio total del sistema. Por ahora sólo se trata de movimientos reformistas, mismos que han caracterizado la historia costarricense sin importar la tendencia ideológica. ¿Reforma o Revolución? Esta fue la gran pregunta que alguna vez se hiciera Rosa Luxemburgo y que ahora le corresponde al movimiento social costarricense.

Comentarios: 2
  • #2

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  • #1

    betosoto62@gmail.com (martes, 08 enero 2013 18:36)

    Comparto tu enfoque y lo que propones de una DEMOCRACIA PARTICIPATIVA,
    Desgracidamente tenemos en tiquicia una izquierda que tambien juega al circo electorero cada cuatro años,
    y se olvida de construir el poder desde abajo con la organizaciòn popular.

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