Cultura, Migración y Fronteras. Redefiniendo al Estado – Nación

José Solano Solano

29 de diciembre de 2012

Introducción

 

La realidad histórico-social actual se manifiesta a través de los procesos de Globalización, lo que ha conllevado a una redefinición de la dimensión espacio-temporal de las sociedades modernas. Esta redefinición ha pasado, necesariamente, por los movimientos migratorios tornados masivos por causa de las prácticas de apertura comercial de los mercados nacionales para dar paso a un gran mercado único e internacional, donde las fronteras sean cosas del pasado, de un pasado dominado por el Estado-Nación y no de la nueva realidad que emana de procesos globalizadores y totalizadores como el actual.

 

Ante tales situaciones en el desenvolvimiento sociocultural, político y económico de hoy, es necesario analizar los procesos migratorios como fenómenos históricos naturales y necesarios, y visualizar los nuevos espacios de creación cultural como factores determinantes de lo que se ha dado en llamar la posmodernidad, en este caso, las fronteras es un lugar fundamental para concebir los movimientos humanos de hoy.

 

La Migración y su Carácter Simbólico

 

La manera de entender la cultura popular en nuestros días está marcada por nuevas formas de definición conceptual, en la que, las representaciones sociales tienden a cambiar su significado entorno a los nuevos movimientos migratorios masivos.

 

Estos movimientos migratorios se conciben dentro de los procesos de globalización como aquellos que implican “un proyecto económico que involucra la participación de diferentes miembros de la familia y la comunidad.” (Caamaño, C., p. 198. Incluido en Sandoval, C.: 2007) Esto tiene una relación cultural, ya que los procesos migratorios mundiales se han manifestado desde muchas vertientes donde el aspecto económico es, en la mayoría de los casos, uno de los principales motores de movilización humana y esto conlleva una transnacionalización cultural, pues implica el traspaso de manifestaciones culturales de un lugar a otro.

 

Igualmente, la migración ha significado todo un simbolismo en las representaciones de aquellos que parten y que se configuran en su estadía en el país destino, pues “los procesos de producción y reproducción están imbuidos de significados que facilitan el empoderamiento (real o aparente) de las y los participantes a través de diferentes formas de intercambio, entre ellas, las remesas materiales y simbólicas.” (Caamaño, C., p. 203. Incluido en Sandoval, C.: 2007)

 

Estos intercambios son visibles, por ejemplo, en las “pulperías” establecidas en Estados Unidos donde se pueden conseguir productos de origen costarricense que identifican a los nacionales, tales como la leche Pinito, el Cofal, Zepol, productos Pozuelo, entre otros.

 

Siguiendo el mismo ejemplo, se da un retorno al ayer, a un pasado que identifica al hogar, lo considerado popular, es decir, la pulpería y sus productos ticos representan la “nostalgia de una comunidad perdida” (Franco, J.: 1997, p. 5) y que al mismo tiempo, trata de sobrevivir como un elemento aglutinador de la identidad costarricense en medio de una sociedad tan globalizada como la norteamericana.

 

Lo mismo sucede en nuestro país con las redes de solidaridad a lo interno de las comunidades nicaragüenses ya establecidas como La Carpio, donde se promueve “el rescate” y “sobrevivencia” de la cultura nica.

 

La Frontera como Nuevo Espacio Cultural

 

En un mundo marcado por la globalización, es casi imposible hablar de una cultura definida. En la actualidad, la transmisión cultural a través de los espacios geográficos es muy contrastante con lo que significó en el pasado. Hoy, la creación cultural se lleva a cabo en las fronteras. Estas se han convertido en espacios muy dinámicos de transformaciones sociales que no ocurren en las ciudades centrales, al menos no en su misma intensidad.

 

La frontera es hoy un espacio cambiante porque a través de ella se dan los incontenibles flujos migratorios y se concretan manifestaciones indefinidas sobre la nación y el Estado. Estos conceptos se redefinen en el imaginario social del migrante, donde lo único que prevalece es el carácter nostálgico identitario para darle paso a lo que se ha dado en llamar: la transnacionalidad cultural.

 

Para comprender esta transnacionalidad, es necesario reconocer que se trata de “procesos de reproducción que no están anclados en el mercado ni en la acción del Estado, sino en redes sociales que facilitan la incorporación y mantenimiento de las personas en el sistema.” (Caamaño, C., p. 208. Incluido en Sandoval, C.: 2007) Es decir, se refiere a redes sociales que vinculan a las personas con el país de destino, pero que a su vez, retoma los valores del país de origen. En el caso de las fronteras esto es evidente. Se trata de fenómenos con un alto valor de integración sociocultural, donde se fusionan las manifestaciones culturales.

 

México y Estados Unidos. La Lógica en medio de la Contradicción

 

El caso más representativo es, quizás, la frontera méxico-estadounidense, en la cual, los Estado-Nación han perdido sus viejas concepciones ideológicas para darle paso a una indefinición de los nacionalismos, muy socavados por la economía de mercados abiertos, sin embargo, contradictorios a la vez.

 

Las nuevas representaciones sociales remiten “inmediatamente a una esfera caracterizada por la complejidad. Esta complejidad hace referencia a los múltiples procesos individuales, interindividuales, intergrupales e ideológicos que se conectan los unos con los otros, en la dinámica de construcción de estas.” (Cocco, M.: 2003, p. 41) En estas nuevas concepciones intervienen elementos culturales como valores o modelos que se transmiten y se mezclan con otros elementos culturales.

 

En el caso mexicano-estadounidense esto se manifiesta en las nuevas formas de relación que se expresan en ciudades fronterizas donde predominan valores interconectados entre sí y que sus pobladores viven como cotidianos, interiorizados como suyos. Por ejemplo, ciudadanos estadounidenses que compran sus productos básicos en México o ciudadanos mexicanos que llevan a sus hijos a las escuelas en Estados Unidos; al final, se trata de actividades que interrelacionan a las personas y que ven como naturales.

 

Cabría preguntarse si los conceptos de nación y estado perduran intactos ante situaciones como éstas. Por un lado, la nación se autodefine en relación a las nuevas representaciones simbólicas de los habitantes de la frontera. ¿Quién es el “otro”? El norteamericano se confunde con el mexicano, ambos se identifican, pues comparten un nuevo espacio, indefinido, que no conoce límites, y donde las instituciones son recíprocas.

 

El nacionalismo, entendido en el “orden político y simbólico-ideológico, al igual que el mundo de la interacción y el sentimiento social […] es un constructo ideológico esencial en la asignación de posiciones en el Estado moderno y en el orden Institucional.” (Cocco, M.: 2003, p. 29) Por lo tanto, estas antiguas concepciones de la nación están revestidas de un carácter homogeneizador donde la población se visualiza como única por encima de las demás y de los “otros”.

 

El Estado-Nación, por lo tanto, en el nuevo orden mundial, se redefine en el contexto de las fronteras y de las migraciones como algo inacabado, lleno de contrariedades pero a la vez de una lógica que hace a las personas manifestarse sin mayores diferencias entre ellos y donde el espacio geográfico se transforma para dar paso a una movilización sin fronteras ni restricciones, a pesar de que al interior de los Estados, de las ciudades centrales, se manifiesten nacionalismos más fuertes.

 

Conclusiones

 

En conclusión, se puede afirmar que los Estado-Nación entran en conflicto con las concepciones posmodernas de los Estados, donde la desterritorialización es la norma y los flujos migratorios se autodefinen en estos procesos, determinados por las políticas de mercado y Globalización.

 

El migrante debe ser concebido como un agente de cambio y transformación cultural, donde manifiesta su identidad de origen para convertirla en una nueva forma de representarse e identificarse con el destino.

 

La frontera, antes vista como un obstáculo, es ahora un nuevo espacio de creación cultural, donde el imaginario colectivo se concibe en su interacción social con el que va y viene, con el que se establece pero que no es de allí, pero que forma parte de la lógica mundial y de la estructura capitalista como definición, es decir, un mundo libre de restricciones, de límites y fronteras, pero que muchas veces choca con los viejos nacionalismos xenófobos que contradicen dos realidades inminentes e incontenibles: la frontera y el migrante.

 

Bibliografía

 

Caamaño, Carmen. (2007), Hacia una Concepción Transnacional en el Estudio y la Atención de la Migración de los y las Costarricenses, 193 – 218. En el libro: Sandoval, Carlos. (2007). El Mito Roto. Inmigración y Emigración en Costa Rica. Editorial UCR, San José, Costa Rica.

 

Cocco, Madeline. (2003), La Identidad en Tiempos de Globalización. Comunidades Imaginadas, Representaciones Colectivas y Comunicación. FLACSO, San José.

 

Franco, Jean. (1997), La Globalización y la Crisis de lo Popular. En Nueva Sociedad, N° 149. Mayo – Junio.

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