El Colegio Federado de Profesionales en las Artes. Ni pies ni cabeza ni sentido común

José Solano Solano

5 de Abril de 2012

La información sobre la creación de un colegio federado de artistas pretende ser una descabellada realidad en nuestro país. El mismo proponente del proyecto, el diputado Edgardo Araya Pineda, se jacta de ser un hito de la historia mundial por ser el primero en su especie. ¿Y cómo no serlo? A pocos se les ocurriría pensar en crear una institución centralizadora del arte costarricense atropellando la misma expresión artística que dice proteger. 

 

El diputado Araya afirma en su introducción al proyecto que 

 

“La contratación y la supervisión del quehacer artístico está a la libre, ya que personas no calificadas ejercen esta profesión, lo cual va en detrimento de la calidad y la imagen de la producción artística costarricense y, por ende, de quien ha contratado el trabajo.” (2012, p. 1) 

 

Este tipo de aseveraciones solo demuestran la falta de conocimiento del desarrollo artístico, pues asegura que la expresión sensible y creadora del ser humano debe ser institucionalizada por medio de un título universitario, obviando que el arte es complejo y que se manifiesta de muy diversas formas porque radica en la expresión plena de sentimientos y emociones humanas que se alejan de la propia racionalización y acreditación. La legitimización del arte es, en última instancia, la aceptación social que la ampara dentro de la cultura. 

 

Araya continúa afirmando que 

 

“el trabajo individual del artista no cuenta con la posibilidad de llegar a muchas comunidades (por ello) la creación de un órgano colegiado es vital para que la actividad artística se desempeñe dentro de los parámetros de calidad aceptados universalmente y, consecuentemente, se valore la carrera artística como una profesión digna.” (2012, p. 1) 

 

Aquí también se está desconociendo el papel que juegan las organizaciones ciudadanas para abrir los espacios de creación cultural comunitaria donde se fomenta la participación de artistas locales y nacionales que en la mayoría de los casos, no son “profesionales” pero que gozan de gran aceptación social. Un ejemplo de estas organizaciones son los colectivos que desarrollan las peñas culturales a lo largo y ancho del territorio nacional. Además, cabría aclarar lo que son “los parámetros de calidad aceptados universalmente” dentro de la estética artística pues esto parece ser muy ambiguo, en especial si consideramos que, por su naturaleza, el arte es muy subjetivo. 

 

Este proyecto de ley viola claramente los artículos 29 y 33 de la Constitución Política pues se estaría dejando por fuera a la gran mayoría de artistas que no poseen título universitario, tal y como queda consignado en el artículo 2 de dicho proyecto y en los requisitos para su ingreso según los artículos 4 y 5. 

 

Igualmente violatorio es el artículo 7 donde se afirma que “El retiro voluntario lleva implícita la renuncia al ejercicio de la profesión.” (2012, p. 5) Esto es sumamente peligroso pues, quien decida retirarse (o bien no esté colegiado pero sea creador artístico) estará fuera de la ley, lo que contradice claramente el artículo 89 de la Constitución Política cuyo fin de la República es “desarrollar el patrimonio histórico y artístico de la Nación, y apoyar la iniciativa privada para el progreso científico y artístico.” (Constitución Política de Costa Rica en el sitio web de la Asamblea Legislativa) Esto quiere decir que el Estado estaría abandonando su fomento de creación artística y cultural para dejarlo en manos de una institución que seleccionaría lo que es arte y lo que no. 

 

En conclusión, este proyecto de ley no tiene ni pies ni cabeza, es totalmente inconstitucional y discriminatorio, además de haberse desarrollado sin un conocimiento de la compleja realidad artística costarricense. Dicho proyecto parece ser una broma de mal gusto que remonta a los tiempos del nazismo alemán, el cual terminaba juzgando el arte oficial y el arte “degenerado” (como llamaba Hitler al tipo de arte que salía de los cánones de su esquema totalitarista y consagrado a reducidos grupos de exclusividad, dejando por fuera las expresiones populares, en especial aquellas que tendían a crear criticidad frente al orden establecido). También parece recordar las propuestas y pensamiento de cierto partido costarricense cuando afirmaba (y afirma) que la cultura y el arte no debían ser preocupación del Estado, que para eso debían crearse las empresas para este fin y quien gustara apreciar del arte debía pagar por ello. 

 

Parece que el Partido Liberación Nacional mantiene una lógica similar a ese partido mientras echa tierra a la constitución que su mismo partido colaboró en redactar. La única explicación lógica para este proyecto pareciera ser que se busca crear un mecanismo de control sobre el arte, lo que se puede o no se puede expresar, donde lo válido sería lo que está dentro del statu quo y lo que esté fuera sería “degenerado” o indeseable. 

 

Parece que los diputados están perdiendo el sentido común y olvidan que el arte es simple y llanamente lo más bello del espíritu de creación humana y que no está atado a reglas, normas, definiciones estéticas, ni a criterios políticos, tan solo se entrega a la pasión, a los sentimientos y al contexto sociohistórico en que se desarrolla. 

 

Referencias 

 

Asamblea Legislativa. Constitución Política de Costa Rica. Consultado en: http://www.asamblea.go.cr/Centro_de_Informacion/biblioteca/Paginas/Constituci%C3%B3n%20Pol%C3%ADtica%20de%20Costa%20Rica.aspx 

 

Asamblea Legislativa de Costa Rica. Expediente N° 18.208 (2012) Proyecto de Ley de Creación del Colegio Federado de Profesionales en Artes de Costa Rica. Presentado por el diputado Edgardo Araya Pineda. Departamento de Servicios Parlamentarios.

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