El que calla, otorga

José Solano Solano

15 de Setiembre de 2013

Lo sucedido el día 14 de setiembre de 2013 es algo que recordaré por mucho tiempo. Esta es mi percepción de los hechos, simple y llanamente eso. Había pensado no escribirlo pues también me ha costado expresarlo. Sin embargo, es justo y necesario hacer esta catarsis por lo que significa. Cada cual que lea esto podrá sentar su posición y será respetada como siempre.

 

La idea de celebrar un “Cabildo Abierto” en la celebración del 14 de setiembre como fecha de llegada de la noticia de la Independencia a la Ciudad de Guatemala en 1821 me pareció un acto cargado de un importante simbolismo. Era algo así como ese derecho al berreo que nos caracteriza a los costarricenses y que, como tal, pretendía dilucidar las inquietudes de los cartagineses y demás ciudadanos que se hicieron presentes a la Plaza Mayor.

 

Evidentemente, este acto es muy educativo y, en cierto modo, contestatario pues se planteó como una actividad paralela al jolgorio oficialista del Gobierno. Pero lo que, al menos yo, no tenía previsto era que solamente se iba a realizar dicho Cabildo. Al final no hubo manifestación activa contra las políticas del gobierno, no hubo ningún tipo de incomodidad para los actos politiqueros de cada 14 de setiembre. Ver luego a Laura Chinchilla reírse como jactándose de su “victoria” frente al movimiento social y a los otros representantes hablar airosos de esto, la verdad es que resultó bastante molesto.

 

¿La idea era confrontar directamente a la policía y ansiar la violencia en sí misma? Esto se aleja totalmente de la realidad. Por esta razón es que hago uso de mi derecho a la palabra, para exponer mis planteamientos y percepciones al respecto de los sucesos de este 14 de setiembre inusual.

 

Como dije anteriormente, estoy de acuerdo con el Cabildo Abierto pues este es un espacio de diálogo, debate e información, todo desde un plano educativo popular que es necesario para construir un proceso de cambio verdadero y alternativo. Además, es esa actividad paralela y contestataria contra el poder oficial que busca atraer los adeptos contra el decadente gobierno de Laura Chinchilla. Todo esto fue fundamental y rescatable a mi criterio pues hubo personas que se acercaron y participaron prestando oído a las palabras de los expositores.

 

Sin embargo, la actividad terminó justo a la hora en que iniciaba el acto oficial del gobierno. Se podría pensar que esto se debió al hecho de haber cumplido el objetivo, de haber atraído la atención, aunque sea un momento, de los transeúntes, aunque fue el espectáculo de luces del gobierno el que se llevó las miradas y las babas de la ciudadanía, y esto era de esperarse. Las luchas de gladiadores siempre pueden más que la falta de pan.

 

Parece que este 14 de setiembre hubo un consenso general del movimiento social para no manifestarse contra el gobierno. Probablemente fue el miedo a la presencia policial, aunque he de decir que se trataba más bien de un oportunismo electoral. Así es, los años electorales guardan esa peculiaridad: hasta los partidos “más de izquierda” mantienen “el decoro y la compostura” para atraer a sus votantes. Al final, parece que los principios que los motivan fuera de las jornadas electoreras se guardan bajo el tapete cuando de ganar marquitas en papeletas se trata.

 

Y otro detalle lamentable de este Cabildo es que se utilizara como tarima proselitista. Así es, ojalá hubiese sido de forma equitativa para todos los partidos anti-neoliberales, pero no fue así. El parcialismo hacia uno se hizo muy evidente en varios momentos de la jornada. Y no está mal buscar un cambio, pero no se debe hacer mediante procesos y organizaciones ciudadanas que buscan cambios por medios democráticos participativos y menos representativos.

 

¿Se buscaba confrontar pues, a la policía? Para nada. Pero tampoco hemos de quedarnos callados frente a los abusos y la corrupción. Y es a ellos, a la camada de politiqueros, a quienes debemos recordárselo. Lo que se omitió este 14 de setiembre, el protestar, le otorgó el beneficio de la victoria sobre el movimiento social al gobierno. Por primera vez, en sus casi cuatro años, Laura se sintió aliviada, por fin se le hizo, nadie la incomodó, nadie le reclamó, nadie le recordó que ella y sus amigotes han cometido delitos graves. Esta fiesta del gobierno transcurrió sin pena ni gloria, demostrando lo arrodillado que se encuentra el movimiento social en todas sus organizaciones. La misma ciudadanía ha callado.

 

Quien crea que las elecciones reconstruirán los escombros de este país, podría terminar muy desilusionado. En el juego de la democracia electoral y liberal solo hay un ganador: la misma élite política de siempre. Ningún proceso sufragista ha creado grandes transformaciones en la sociedad. El único, quizás, cercano a esto fue el chileno, y por no responder al monstruoso desarrollo de la revolución popular, por su rezago respecto a la ciudadanía organizada, por mantenerse en el tablero de las élites, sucumbió en un horripilante golpe militar. Voten todos los que gusten, traigan un alivio a los costarricenses que padecen estas desgracias, pero entiéndase que si no se plantea la transformación radical del sistema, si se busca un simple reformismo, las raíces de la desigualdad se mantendrán profundas.

 

La historia lo ha demostrado, solo el pueblo salva al pueblo.

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