El Túmin, la especulación económica y las crisis

José Solano Solano

14 de Junio de 2012

El dinero fiduciario es el que tiene su valor en la institución o entidad que respalda su emisión. Así es como funciona la creación del dinero moderno. Anterior a la Primera Guerra Mundial existía el Patrón Oro, el cual daba un sustento material al papel moneda gracias a las características materiales y sustanciales que posee este metal precioso. Es decir, los bancos podían emitir papel moneda de acuerdo a la cantidad de oro que tuviese dicho banco sin poder incrementar la emisión sobre las reservas en oro a riesgo de desequilibrar el sistema monetario. 

 

El oro, desde el punto de vista marxista, solo tiene valor por la función social que se le da y solo es equivalente a la representación en dinero que esta tiene por cuestiones de peso y del mismo valor social mencionado sin que realmente tenga un valor en si. Así como se tomó el oro como base para medir la cantidad de dinero, se habría podido utilizar cualquier otro metal, por lo tanto, el oro solo sirve como punto de referencia para comparar dos mercancías: el oro y la que se pretende canjear. Lo que realmente le da valor a las cosas, continúa Marx, es la fuerza de trabajo que se ha empeñado, valga decir, por medio de la explotación, en la creación de algún objeto, por lo tanto, las cosas, por sí mismas, no tienen ningún valor porque no han sido sino gracias a quien ha trabajado en la creación de ellas. La sustancia en este sentido es el trabajo. 

 

Debido a la capacidad de agotamiento que tiene el oro, es que se decide cambiar el sistema monetario y de intercambio. La solución a esto fue la creación del dinero fiduciario. Dicho sistema se basa en la fe que la persona, implícitamente, le da a un papel moneda sin valor real. Ya no tiene un sustento real (oro) sino imaginario (dólar, euro, libra, yen, colón). Por lo tanto, el dinero no tiene un valor real sino el que se le ha impuesto, el cual permite el intercambio de dos bienes (con verdadero valor gracias al trabajo explotador) por medio de un papel moneda sin ninguna clase de valor más que el que conllevó su propia creación y, el cual, no corresponde al valor simbólico que socialmente se le da. 

 

Por todo lo anterior, es interesante saber que este sistema monetario es base para la desigualdad socioeconómica desde su misma invención, pero que ha visto en el sistema capitalista el asidero para profundizar la pobreza, la desigualdad y los demás métodos de exclusión social y que forma parte de un aparato alienante que mantiene a las personas dentro de un sistema que se presenta como natural. 

 

En estas luchas que se manifiestan hoy en contra de la globalización, es que aparecen iniciativas comunales para contrarrestar los efectos más nocivos de este sistema económico. Así es como aparece el túmin, el cual pareciera ser una forma de dinero más pero reside en su sustancia respecto al oro o los demás tipos de cambio. La ventaja del dinero de carácter fiduciario como el túmin radica en el simbolismo dado por la misma gente que lo intercambia, el cual no tiene un valor fluctuante debido a su principio solidario, mientras que la moneda estatal, en el caso mexicano: el peso, se deriva de su valor en el mercado, dejado a la libre de las salvajes fuerzas del capitalismo. 

 

Aunque el túmin tiene el valor del peso, este solo sirve en la comunidad respectiva (Espinal de Veracruz), su función es asistencial, es decir, complementa el gasto en pesos, por lo que beneficia a las familias que no pueden acceder al consumo necesario porque no alcanza con la moneda oficial. El túmin tiene la ventaja de que no crea riqueza, sino solidaridad en el crecimiento sustentable por parte de la comunidad, así no se genera la brecha social que sí provoca el peso. 

 

El túmin es ilegal pero legítimo, lo cual tiene un valor más democrático. No sirve para intercambiar con empresas foráneas a la comunidad, por ende, lo único que hace fluctuar el precio de los bienes es el peso, no el túmin. 

 

Por ejemplo: si un kilo de carne cuesta 20 pesos, se pueden pagar 10 túmin y 10 pesos. El carnicero que recibe los 10 túmin los puede gastar en la compra de algún producto que necesite, así circula el túmin, lo que le da un valor en el intercambio y no en la acumulación como funciona el dinero convencional. Además, aunque los precios fluctúen, el carnicero, por ejemplo, puede aceptar más túmin que pesos y así él también se beneficia porque los podrá cambiar en otro momento por otro producto necesario. 

 

Por lo tanto, debido a su valor simbólico legitimado no legalizado, el túmin solo es funcional en tanto circule, lo que beneficia a las personas de escasos recursos que siempre tendrán medios de pago para la adquisición de sus bienes de consumo básico. 

 

Esto hace reflexionar respecto a las crisis financieras actuales y las que ya han pasado y que, a pesar de sus períodos cíclicos, parece que no se han solucionado los problemas de fondo. Todo radica en la especulación comercial y financiera que ahoga todas las posibilidades de crecimiento para un país, estancándolos debido a la falta de controles en esta materia. Mientras se siga con un sistema monetario y financiero de esta índole, será prácticamente imposible crear las bases de la solidaridad y la igualdad. 

 

Las crisis no solo responden al caos del sistema económico capitalista, sino a poderosos e inimaginables intereses que mueven el Nuevo Orden Mundial y del cual los medios no hablan. Este Nuevo Orden está dominado por pocas familias dueñas de los grandes emporios financieros, de las grandes transnacionales, de los grandes aparatos militares. Mientras su poder se mantenga vigente, no podrá existir otra alternativa para el planeta. 

 

La solución, por ahora, es empezar a acabar con este sistema por cualquier medio, utilizando, incluso, sus propias herramientas. Aún es posible seguir teniendo esperanza.

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