Hace ya un 24 de Noviembre

José Solano Solano

24 de Noviembre de 2011

Todavía recuerdo aquel 24 de noviembre de 2010, ¿cómo no recordarlo? Es quizás, de las pocas veces, en que la justicia fue en Costa Rica. Las esperanzas, las ampollas, los sueños, el hambre, un ambiente sano y perdurable, el silencio, la vida. Cuantas cosas que recordar a un año de aquel fallo histórico, del cual he jurado perpetuar en las mentes y corazones de cuantas personas pasen por mis aulas del tiempo. Recordarlo dentro de unos años será nuestra tarea, quizás con más emoción todavía.

 

Todo empezó muy temprano en la mañana. Veníamos saliendo de un ayuno por la vida que, sin quererlo, también me convertí en ayunante obligado por las circunstancias. Era ya más de un mes sin trabajo, viviendo en un tétrico lugar donde la Costa Rica que estamos perdiendo se manifestaba cada noche y cada madrugada, y por el único orificio de aire, luz y sonido que penetraba en aquella pequeña y húmeda habitación pasaban las pocas horas que vivía en ella.

 

Salí rumbo a San José, esperé a mi compañera Rosibel en las afueras del Mall San Pedro y nos dirigimos hacia el Tribunal Contencioso Administrativo. Llegamos desde temprano, lo que nos dio la oportunidad de ingresar a la sala del juicio. Aún así, nos quedamos en la sala que se acondicionó para la prensa. Las horas pasaron y pasaron mientras se leía todo el fallo. Pasadas las tres de la tarde, en compañía de Anita, Astrid, David y Conrad, y muchísimos más luchadores por la vida que se tragaban sus sentimientos mientras esperaban el por tanto. Laurita se nos había escapado para ingresar a la sala del juicio, y ahí estaba, la veíamos por el televisor mientras nos mordíamos de la envidia por no estar presentes, en vivo y a todo color.

 

Al empezar el por tanto, empezaron nuestras emociones, a pesar de que la mayoría de los presentes no comprendíamos el enredado juego de palabras técnicas usadas por los jueces, sin embargo nos emocionábamos pues sabíamos que eran alentadoras. Poco pasó cuando los jueces mencionaron el nombre de Oscar Arias como sospechoso del caso para empezar los gritos de euforia mientras pocos trataban de callarnos. Igual cuando se declaraba la total nulidad de aquel decreto N° 34801 y por lo tanto, la nulidad de la minería en Costa Rica.

 

Esa tarde hubo abrazos, lágrimas, sonrisas. Hubo amor en el aire, amor de hermanos atados por la Madre Tierra que nos agradecía por salvar su vida. Muchos perdimos peso, trabajo, tranquilidad y cuantas más cosas que simplemente vivimos, pero a la vez, y más importantes aún, las que ganamos: un ambiente sano, justicia, alegría, esperanza, amor, solidaridad. Eso que nunca se perderá en los corazones que luchan hasta la muerte. Y claro que fue una tarde especial, vimos caras conocidas y no tan conocidas que de igual forma nos dábamos el cariño justo ante tan especial tarde.

 

Salimos enarbolando nuestra bandera, nuestros corazones, salimos para festejar con los costarricenses que se reunían a las afueras del Tribunal, para celebrar y llorar y abrazar. Ahí estaba Marce, Rosi, Mario, Leda, Rocío y muchos más que simplemente estaban con sus consciencias y su amor. Y ahí, contentos y sin parar de amar esperamos la salida de nuestros héroes abogados y ambientalistas: Bernal, Edgardo, Jorge, Sandra, Álvaro. ¡Cuánto les debe Costa Rica!

 

Y por supuesto que esperamos a los corruptores esbirros del imperialismo depredador y de los Arias. Esos cuyos nombres da asco y pena mencionar, pero quienes recibieron lo que merecen: el desprecio de las grandes mayorías de este país que dijeron No a la minería.

 

Entre fotografías, cantos y sonrisas, nos fuimos rumbo a la Fuente de la Hispanidad, a celebrar como era lo debido, con el pueblo, con la gente que creyó, que luchó, que caminó, que ayunó, que gritó en el más profundo silencio. Personas y amigos que se llevan guardados en el corazón, que son los hombres y mujeres imprescindibles, que merece Costa Rica y los altares del heroísmo, que merece la historia y la memoria. El mejor de los cumpleaños, la mejor de las dichas. Es nuestra Patria, nuestra Madre, nuestra Naturaleza.

 

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