Ideas sobre una reforma urgente en educación

José Solano Solano

29 de Enero de 2014

Con el cambio (o no) de gobierno, Costa Rica debe replantearse una nueva reforma educativa con urgencia. Aquí no se pretende hablar de un proceso revolucionario (al cual se apuesta) cuanto sí algunas ideas sencillas de llevar a cabo desde cualquier gobierno. Hay una calidad en picada, una desorganización evidente y un conjunto de “reformas” que le paran los pelos a cualquiera, excepto, quizás, al sedoso cabello del ministro.

 

Estas ideas no son la receta adecuada, son solo propuestas que pueden servir para traer un debate necesario. La construcción de una educación diferente sólo puede ser llevada a cabo por todos. Sin embargo, la situación educativa en Costa Rica es crítica y debe ser reformada, si quiera con directrices muy generales y superficiales, esto es lo que se pretende: adentrar al lector a un pequeño vistazo, un panorama pragmático no revolucionario, pero urgente, sobre posibles formas de mejorar el desastre educativo nacional.

 

Cierre de carreras de educación en las universidades privadas. Esta primera idea es la que mayor dolor de cabeza genera a los defensores de la libertad de empresa y todas esas patrañas. Sin embargo, si se apuesta a una educación de calidad, debe cerrarse el mercado de maestros y maestras que tienen las universidades privadas. Abrir una carrera de educación es sencillo: un salón y una pizarra. La inversión no es costosa, por eso predomina la pedagogía en estos centros universitarios. Es necesario que sólo las universidades públicas brinden la formación de los futuros educadores y que, a su vez, estas impongan filtros de requerimiento. Igualmente deberán hacerse cambios a lo interno de las universidades y el ingreso a carrera. En el caso de las privadas, si desean sobrevivir, es necesario que busquen áreas innovadoras como tecnologías, ingenierías y a fines.

 

Capacitación de los educadores deficientes. Los educadores que ya están en el sistema no deben despedidos, pero sí evaluados y, aquellos que no pasen dichas evaluaciones, capacitados. Este periodo de capacitación debería ser de, al menos, un año en las universidades públicas. Las deficiencias que conllevan los centros de estudio privados deben ser amortiguadas para ofrecer una educación de mayor calidad.

 

Filtrar a los futuros educadores por vocación y nivel académico. Esto ocurre en Finlandia y puede ser aplicado en Costa Rica. Desde la escuela y el colegio debe irse reconociendo a las personas que podrían aplicar para las carreras de educación, esto por nivel académico, deseos de aprender, vocación para ser parte del proceso de enseñanza y aprendizaje y sometido a las exigencias que requiere la carrera de educación: esto incluye capacidad de investigación e innovación, permeabilidad a nuevas tendencias pedagógicas y criterios de selección que fundamenten su quehacer crítico con los educandos.

 

Exigir investigación educativa con el tiempo para hacerlo. El educador debe ser un investigador pedagógico. Sin embargo, debe tener el tiempo para hacerlo. Tener un espacio de su tiempo de trabajo dedicado exclusivamente a la investigación es fundamental. Debiera ser un intelectual que produzca artículos científicos de su área, al menos tres publicaciones anuales en revistas especializadas, creadas incluso por los mismos educadores en sus regiones o escuelas. Este tiempo debe ser reconocido en su salario, pero sometido a un estricto control de calidad.

 

Disminuir el número de estudiantes y de lecciones. Para lograr lo anterior, es necesario que el educador tenga grupos de trabajo pequeños, con apoyo asistencial. Que los estudiantes con problemas tengan un tratamiento especial para reincorporarlos al resto de estudiantes. Así mismo, este tamaño de grupos mejoraría la calidad y permitirían ser el tubo de ensayo en las investigaciones educativas de los profesores y profesoras.

 

Aplicar una educación integral. Ser parte de una educación integral que incluya todas las áreas, pero especialmente aquellas dirigidas a la cotidianidad: resolución de problemas, trabajo doméstico, artes industriales, manejo de equipo, agricultura, lectura y escritura, producción intelectual, actividad física, entre otras muchas áreas. Una educación integral es aquella que apuesta por seres humanos completos: críticos, activos, políticos, sensibles, saludables, estudiosos, solidarios.

 

Estas no son recetas, son solo ideas sueltas. Hay muchas más y mejores propuestas para ir cambiando poco a poco el sistema educativo formal, pero el trabajo real y verdaderamente efectivo, solo puede ser llevado a cabo en la praxis educativa revolucionaria: en las calles, en las comunidades, con los explotados y oprimidos. Es la concienciación de las personas la única que transformará realmente el estado de cosas para hacer un mundo nuevo, un mejor lugar para vivir. He aquí una razón más para debatir y construir.

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