La Educación y el Sistema de Dominación

José Solano Solano

29 de Octubre de 2012

La educación, en los últimos trescientos años, se ha convertido en el principal instrumento de domesticación para la burguesía mundial. Ha permitido crear una fuerza de trabajo servil para la industrialización desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días. La educación, en todas las áreas, es una herramienta que perpetúa el sistema de dominación de corte capitalista.

 

Es fundamental, como pedagogos, entender el funcionamiento de este sistema opresivo. En tanto el educador pueda abordar esta situación de dominación en su salón de clase y la pueda interiorizar, además, como parte de una realidad que está presente en todos los ámbitos de su vida, sólo así, podrá colaborar con las grandes transformaciones revolucionarias hacia las que se debe encaminar el mundo. Por lo tanto, una pedagogía contra la dominación, antimperialista, es la premisa clave que debe regir el quehacer educativo en el salón de clases y fuera de él.

 

El sistema de dominación, siguiendo la teoría marxista, se basa en dos fuerzas que luchan: el opresor y el oprimido. El primero busca la máxima explotación del segundo, mientras que este busca no ser tan explotado por el primero. Esta tensión dialéctica tiene su raíz en la acumulación por parte de unos en detrimento de otros. El origen de esta acumulación se llama: propiedad privada.

 

La propiedad privada, como origen de todos los males sociales, conlleva a la desigualdad cuando unos pueden tenerla e incluso acumularla mientras otros no pueden poseerla. Esta acumulación en pocas manos hace que muchas otras tengan lo mínimo o nada. El acceso, pues, a los bienes de consumo básico (vistos como propiedad privada por el sistema capitalista) es un problema para las grandes mayorías en el tanto no tengan los recursos para obtenerlos. He ahí la pobreza y la desigualdad, y por ende, la injusticia.

 

Abordar esta realidad en el salón de clases es una prioridad del máximo orden, pues aquí yacen las herramientas de la liberación de los individuos. Sin embargo, el problema dentro del sistema educativo de los últimos tres siglos, ha sido la pérdida del humanismo por el ascenso del maquinismo. El capitalismo busca deshumanizar a la persona para convertirla en una parte más de la maquinaria de producción mercantil en detrimento de sus necesidades básicas. Esta realidad que se viene experimentando desde los inicios de la industrialización, ha hecho que los sistemas educativos mundiales (Costa Rica no es la excepción sino la regla) se hayan transformado en agentes deshumanizantes al servicio de las fuerzas del mercado para crear mano de obra ignorante, acrítica, apolítica, adormecida y barata que entra en franca competitividad con otros seres humanos incapaces de reconocer su propia humanidad.

 

Por ello, el reconocimiento de esta situación de dominación por medio de la concienciación de clase y de ser humano, traerá la sociedad nueva y a los hombres y mujeres nuevos en constante búsqueda de su libertad. Por ende, esta concienciación dentro y fuera de las aulas, permitirá el posicionamiento existencial de los seres humanos oprimidos como las fuerzas productoras de la riqueza y constructoras de la historia y la cultura que son. Será el empoderamiento necesario de sentirse mayoría oprimida por una minoría embriagada de poder ajeno.

 

La promoción de la educación técnica, especializada en una rama del saber, mecanicista, servil, deshumanizada, es la que hoy en día se promueve con más fuerza. Esa es la necesidad del mercado, no la humana. Por ello, la pérdida de los valores más profundos e intrínsecos como el amor solidario, la sed de justicia, la aceptación del otro, el arraigo hacia la Patria, la persona sobre lo material, está llevando al mundo y a Costa Rica hacia su propia depredación. La educación enajenante está desestimulando la educación artística, filosófica y literaria, garantes de la sensibilidad, por una cada vez más aberrante e insaciablemente mercantilista.

 

El educador pues, sin importar su área, debe buscar las herramientas para combatir el sistema. Debe construir, junto con el educando, los contenidos necesarios para la lucha por un mundo mejor, más humano, revolucionario. Esta es la encrucijada en un planeta de grandes cambios, un mundo que atisba profundas transformaciones, un mundo que sigue siendo recorrido por un fantasma: el de la Revolución necesaria, la resistencia de los pueblos, el amor que no deja de latir en los corazones de los soñadores de hombres y mujeres nuevos, de mundos nuevos.

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