Lo que se percibe de la lucha por los EBAIS

José Solano Solano

1 de Diciembre de 2013

Fueron diecisiete días en huelga. Acciones de todo tipo ocurrieron en esas, poco más, de dos semanas de lucha en defensa de la seguridad social, el principal baluarte de la paz que aún perdura, agrietada, en Costa Rica. El programa PAIS-UCR llegará a su fin en febrero de 2014 como había sido previsto sin que absolutamente nada pueda evitarlo. El fin del movimiento de huelga no logró el objetivo. Aquí un breve balance de los sucesos más trascendentales.

 

A partir del 11 de noviembre los trabajadores del PAIS-UCR toman la rectoría de la universidad. El objetivo está claro: no al cierre del programa, no a la privatización de los EBAIS, no al despido de los trabajadores. El movimiento tomaba fuerza conforme pasaban los días. Las negociaciones se daban entre los representantes de los trabajadores, encabezados por el SINDEU, y el rector Henning Jensen.

 

Durante este proceso se dan medidas de presión como bloqueos en los alrededores de la universidad, aparece la solidaridad de algunos sindicatos y otras organizaciones, así como la ciudadanía, los usuarios, que también dio sus muestras de apoyo a los trabajadores y a la seguridad social. En síntesis, un movimiento que se mostraba fuerte, que mantenía la atención mediática constante y por lo tanto, era un tema de discusión frecuente en la política nacional.

 

¿Qué ocurre la última semana? La falta de apertura del rector hace que una trabajadora de los EBAIS y un ciudadano se declaren en huelga silenciosa de hambre. Las medidas de presión siguen en aumento. A esto se le suma la toma del edificio de Ciencias Sociales en el penúltimo día de la huelga. Las críticas en las redes sociales no se hicieron esperar a estas dos acciones, por lo tanto, es importante analizarlas al calor de los sucesos que se venían gestando.

 

En una sociedad como la costarricense, la negociación en lo laboral es un asunto bastante común debido a las características propias de la idiosincrasia. Sin embargo, era evidente que el proceso de privatización se tornaba imparable, sólo este movimiento de huelga podría frenarlo, porque, como se dijo, el asunto de fondo no sólo eran las plazas de los trabajadores, sino también la salud pública y la institucionalidad de la Caja Costarricense del Seguro Social. Quizás faltó entender la naturaleza de la huelga por parte de los negociadores y de la ciudadanía en general, para así enfrentar directamente el problema. El periodo electorero también apaciguó esta lucha, también escaseó una presencia masiva y contundente de los partidos políticos que dicen defender la salud pública.

 

Pues bien, precisamente esa negociación parecía hallarse en punto muerto, en especial después de la declaratoria de ilegalidad de la huelga y las amenazas de despido. Lo que vaticinaba un avance de la rectoría sobre el movimiento. Ante esta circunstancia inicia la huelga de hambre, la cual buscaba contrarrestar el intento de desmovilización de los trabajadores, dándole un nuevo aire a la lucha que se venía gestando. Fue, por tanto, una acción correcta.

 

Finalmente se dio la toma del edificio de Ciencias Sociales en la noche anterior al final de la huelga, en un momento donde las partes negociadoras se sentaron nuevamente. Entonces, ¿fue contraproducente la toma de este edificio por parte de los estudiantes? Depende. Para los que creen que estas negociaciones tibias funcionan, sí. Para los que consideran que las acciones estratégicas pueden generar más fuerza, no. Para quien escribe, es evidente que las negociaciones con la rectoría son infructuosas, pues el rector no sólo está decidido a desaparecer el programa sino que forma parte del juego neoliberal privatizador, por ello jamás iban a funcionar los diferentes acuerdos porque, como quedó demostrado, quienes terminarían perdiendo serían los que lucharon y resistieron. En suma, no había que negociar nada más que se aceptaran las prerrogativas de los trabajadores y de la ciudadanía que defendía el programa y los EBAIS. El resultado fue otro.

 

Es por lo anterior que, tanto la huelga de hambre como la toma del edificio se convierten en neurálgicos para el movimiento. Son estratégicos. ¿Importa acaso que se haya decidido en asamblea de trabajadores? Las acciones autónomas de los estudiantes no fueron negativas ni aisladas, simplemente formaban parte de la solidaridad de lucha, tal fue el caso del paro en los muelles. Todo lo contrario, este tipo de tomas debieron repetirse: debilitar al enemigo, darle golpes certeros, inesperados, fugaces. Un día Ciencias Sociales, otro día Medicina, otro Derecho. Pero no, esa estrategia fue más bien utilizada por la rectoría: amenazas de ilegalidad, de despidos que buscaban debilitar a los trabajadores, desmoronar su moral. Y sin embargo, este tipo de amenazas son constantes, a pesar de que, de todas formas, iban a ser despedidos, irremediablemente, dos meses después.

 

La tesis es que el trabajador, el explotado, el oprimido, debe dejar de hacer segunda al juego neoliberal. Negociar es inútil, negociar fue inútil, especialmente la salud. Así, el movimiento de huelga terminó sin pena ni gloria. ¿Qué quedó de la lucha? Vagas intenciones y promesas, un horizonte bastante borroso para los trabajadores. Entre los acuerdos está la conformación de una comisión bipartita para ver diversas opciones de reubicación de los trabajadores, sin muchas esperanzas de que puedan ser verdaderamente colocados en el sector público. Podría decirse que termina siendo una movilidad laboral forzosa. También, la Universidad de Costa Rica se comprometía a dar catorce tiempos completos, dos proyectos de la rectoría donde uno pareciera ser una especie de clínica (que parece más una pompa de jabón que una realidad), que no se tomarán represalias (pero eso depende de si la Caja le cobra a la Universidad los días de huelga), que no habrá ningún despido hasta febrero y la posibilidad de concursar en 2014 con la UCR por medio de una cláusula de la convención colectiva.

 

El resultado final está previsto: los trabajadores serán despedidos, los EBAIS serán trasladados a la UNIBE a partir de febrero de 2014, se cerrarán nueve centros, así como los servicios adicionales que estos ofrecían. En fin, el proceso privatizador de la salud se desencadenó con el fin de la huelga. No hubo ganancia para nadie, no había ni hay por qué celebrar ni aplaudir. Lo que existió fue una traición de los negociadores de la parte laboral, que echaron por la borda todo lo logrado. Es el principio del fin de la salud pública, es el principio del fin de la afamada paz social costarricense. Esta huelga será recordada con melancolía, como hoy los educadores recuerdan la de 1995.

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