Nuevos programas de Estudios Sociales: otra ocurrencia de la Era Garnier

José Solano Solano

29 de Diciembre de 2014

Desde hace meses que los docentes estamos acostumbrados a las famosas reformas del ministro de educación Leonardo Garnier. Sería inútil ahondar en estos casi ocho años de ocurrencias bien maquilladas en su forma pero con un contenido desastroso o prácticamente nulo. Al mejor estilo de Hollywood, lo que hace el ministro es una fanfarria de efectos especiales que funcionan como una mampara alucinógena de la realidad escolar.

 

Lo que se avecina con los nuevos programas de Estudios Sociales tienen su tétrico precedente en los de Educación Cívica. Quizás el mayor problema se encuentra en la falta de comunicación. Nuevamente el ministro deviene cambios en el sistema sin que se le informe a los educadores. No hubo consultas, no hubo propuestas, ni siquiera una mínima revisión. Son las imposiciones de siempre, pero todo fríamente calculado como buen economista.

 

Sin entrar en un análisis muy profundo, basta con ver algunos puntos en conflicto con el contenido de los nuevos programas. Sería bueno analizarlo a la luz de cada nivel:

 

En sétimo año se ve economía como gran eje temático. Los temas aquí están totalmente disgregados. Se podría entender cierta lógica de encapsular ciertos hechos como parte del gran tema central, sin embargo, carecen de toda historicidad y están cubiertos con un velo ideológico claramente demarcado entre el oficialismo liberacionista y la política de mercado global. Lo que se demuestra es un intento de desarraigo de la memoria histórica en los estudiantes, a la vez que los niega a ellos mismos como sujetos de cambio. ¿Por qué? Porque todo está dado. El programa se presenta como el punto de encuentro de los grandes logros sociales, políticos, ambientales y económicos. Todo está bien, no hay nada que hacer.

 

En octavo se trata el tema de la cultura. Este es muy preocupante por el peso que tiene en las conductas sociales. Nuevamente, aunque es importante el tratamiento de esta temática, no hay una clara muestra de criticidad frente a la aculturación que actualmente se vive. Falta agregar una propuesta de recuperación de las culturas costarricenses que quedaron relegadas como la indígena, la afrodescendiente, las locales, la extranjera y todas las interrelaciones que se dan entre ellas y con la cultura dominante. En suma, es un estudio cultural carente de contenido significativo sin un fin concreto.

 

En noveno se trata el tema medioambiental. Los contenidos giran en torno a una falacia creada por los últimos gobiernos oficialistas: el desarrollo sostenible como característica esencial de Costa Rica, lo cual evidencia un doble discurso entre lo que se pretende de la ciudadanía y lo que los gobernantes hacen en la realidad. En resumen, todos los contenidos del curso de noveno año son los más panfletarios que se pudieron escribir.

 

En décimo se analizan los movimientos sociales. Aquí se estudian diferentes movimientos de lucha, todos aislados históricamente, segregados. No se habla de las causas, los contextos históricos, los procesos seguidos, las construcciones sociales alrededor de los conflictos, la importancia que tienen para seguir transformando la sociedad y las consciencias, se aísla a los actores y su trascendencia. El programa construye la desesperanza en los movimientos sociales, pareciera que vistos como fallidos.

 

Por último, en undécimo año se desarrolla el tema de la política. Este apartado hace referencia al desarrollo político del siglo XXI en Costa Rica, o eso pareciera. Los contenidos se notan desordenados, sin una coincidencia histórica que los contextualice. El tratamiento es demasiado “light”, no se profundiza en las relaciones estructurales que determinan la política actual. Se habla de los desafíos y de los avances, pero no se habla de causales de los problemas actuales, no hay relación directa con las políticas públicas y se vuelve –a modo de síntesis– a tratar las temáticas de los niveles anteriores.

 

En resumen, los nuevos programas no vienen a solucionar el vacío de los Estudios Sociales. No promueven la criticidad, son superficiales, panfletarios y descontextualizados. Al igual que con los programas de Cívica, se utilizan modelos anglo-europeos, esto es “Ética, estética y ciudadanía”. Se elimina casi por completo la geografía y su papel es exclusivo en el tema medioambiental oficialista. La historia pierde su historicidad, se estudia por medio de temas aislados, relativistas y sin una línea temporal definida, sin conexión alguna. Los educadores, tratados como siempre por parte del ministro, no fueron convocados ni consultados; en suma, no fueron tomados en cuenta. 

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