Un avance sobre el crimen de Viviana Gallardo

José Solano Solano

14 de Noviembre de 2017

Tras la lectura de El crimen de Viviana Gallardo del profesor David Díaz, como un avance de investigación, se reconoce un retrato de aquel hecho ocurrido el 1° de julio de 1981, con las consecuencias que esto trajo para la historia costarricense, para el movimiento social y para familiares y amistades que conocieron a Viviana. Sin duda, este avance sintetiza las fuentes más importantes sobre el crimen y además, hace una revisión de las hipótesis, la personalidad de la joven, y sobre todo el hilado coherente que relata los hechos vistos por la misma prensa, con sus contradicciones inclusive.

 

Díaz enfoca su análisis sobre los hechos del crimen en contra de Viviana Gallardo, desde los hechos que precedieron su detención hasta su asesinato y la persecución política posterior de la que fueron objeto múltiples personas vinculadas al grupo denominado por La Nación y el OIJ como “La Familia”. Especialmente es relevante que Díaz ubica espacial y temporalmente los sucesos en los que se vio envuelta Viviana: un contexto histórico determinado por la guerra en Centroamérica y el avance reaccionario de los Estados Unidos para tratar de detener al comunismo. Es sobre esta idea donde debe dirigirse la atención, para no especular en malintencionadas diatribas como lo hace La Nación.

 

En este sentido, fue la propia prensa, encabezada por el periódico La Nación, la que creó todo un clima de alarmismo en contra de lo que ellos bautizaron como “terrorismo”. En aquel contexto, se abría un debate en el país sobre el significado de aquellos hechos que se tornaban incomprensibles para una gran mayoría de la población, fácilmente manipulada (como hasta el día de hoy) por los grandes medios de comunicación. De esta manera se inició un amplio operativo que culminó con la detención de todos los miembros de “La Familia”, hecho trascendental para poder explicar y desestimar, como lo hace David Díaz, parte de las aparentes conspiraciones que nacieron al calor de este debate iniciando la década de los años ochenta.

 

El clímax se alcanza cuando se abordan los sucesos del 1° de julio de 1981, momento en que el cabo Bolaños ingresa a la celda de la Primera Comisaría donde estaba Viviana Gallardo junto a otras detenidas y abrió fuego con una ametralladora M-76, matándola de ocho disparos según se cuenta. A pesar de la tensa situación de la época, el crimen de Gallardo generó gran desazón entre los medios y la opinión pública pues se trató de un abuso de autoridad flagrante, razón por la cual se tuvo que abrir el proceso contra el joven oficial que en aquel momento contaba con tan solo 24 años.

 

Desde una motivación guiada por la ira y una aparente venganza hasta la conspiración que provenía desde las altas esferas de la política y del estado, el esclarecimiento del asesinato de Viviana Gallardo sigue siendo un gran misterio. El cabo Bolaños cambió su declaración a los pocos meses para empezar a señalar culpables que respondían a intereses más oscuros. Esta fue la versión que sostuvo el resto de su vida. Sin embargo, poco importó a posteriori este nuevo argumento para reabrir el caso. Viviana había fallecido por culpa de un oficial vengador de sus compañeros muertos, esta fue la historia oficial que hasta el día de hoy se sostiene en el imaginario colectivo, aunque familiares y amigos, así como el movimiento social, se quedara con la otra versión de la historia.

 

Dos conclusiones son fundamentales en este avance investigativo del profesor David Díaz, las cuales, fuera del calor subjetivo que significa el crimen de Viviana, destacan por brindar nuevas luces sobre el suceso: primero, la imagen que se forjó al calor de la prensa y la policía sobre esta muchacha de dieciocho años, pasando por los grandes extremos de ser la más peligrosa terrorista que jamás haya existido en el país a ser la joven soñadora y crítica ante las injusticias que sucedían en el mundo. Segundo, desechar las dos versiones de la conspiración del asesinato. La una que aseguraba que los artífices fueron los propios miembros de La Familia para callar a Viviana, descartada pues muy pronto se daría con todos los integrantes del grupo, así como la famosa detención de su documentación que prácticamente daba por desarticulada la agrupación. La otra la que se gestó desde la izquierda, la que aseguraba que existían poderes supra dictando la orden de acribillarla. Y sin embargo, la gran interrogante se mantiene hasta la fecha: ¿por qué la mataron?

 

No cabe duda que el crimen de Viviana Gallardo se ha mitificado con los años, tanto para la izquierda como para la recalcitrante derecha encabezada por el periódico La Nación. Para quien escribe, reconociendo la naturaleza del Estado, plantearse la duda sigue siendo la tarea fundamental, la cual es la semilla de la memoria y de la necesidad de conocer. Por más gobierno de Carazo que fuera en aquel momento, no podría descartarse alguna vinculación de un poder más fuerte que el supuesto emotivo que llevó al cabo Bolaños a disparar. Sus testimonios posteriores, su corta estadía en la prisión, las declaraciones de la policía que estuvo con Viviana y los gritos desesperados de la primera esposa del cabo, siembran tremendas dudas sobre las intenciones detrás del hecho, así lo señala Díaz en su estudio.

 

De aquello ya han pasado más de treinta años. De aquella dulce, desprotegida y manipulada niña de la que hablara Jacques Sagot queda en realidad la joven resuelta, soñadora e hija de su tiempo. Falta mucho por escribir aún sobre Viviana, más allá de la plétora de románticas alusiones infantiles como las que Sagot pavonea con su ególatra pluma. Es además necesario traer a la memoria a Viviana, porque es un fantasma que definitivamente sigue buscando justicia. Un fantasma que se aparece cada cierto tiempo, que espanta sobre todo a la familia Jiménez de Grupo Nación, pero que hace un llamado para no morir en las consciencias de muchos que creen en su inocencia. Por esta razón es que es valioso el trabajo que está en maduración entre Iván Molina y David Díaz y que este último trae en un avance de esa investigación para revivir la memoria y aportar para el debate. Mientras llega ese ansiado trabajo, la lectura de El crimen de Viviana Gallardo de David Díaz, es justo y necesario.

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