Una Educación Revolucionaria necesita Educadores Revolucionarios

José Solano Solano

8 de Noviembre de 2012

Dentro de una transformación radical de la educación es necesario plantear propuestas concretas para afrontar los desafíos de un mundo globalizado por el capitalismo salvaje y el imperialismo como su máxima expresión. Desde esta consigna parte una verdad que ya la planteaba en Costa Rica el educador Omar Dengo, es decir, la inherencia de la educación y la política, o lo que es lo mismo, la praxis político transformadora del educador dentro de la institucionalización escolar y fuera de ella.

 

Ya se ha planteado que el educador (y el ser humano en general) es un ser político. Cuando los gobiernos salen a atacar esta realidad es por el temor ante el recurso de empoderar a los niños, jóvenes y adultos en la toma de consciencia sobre lo que ocurre en la realidad tangible de las sociedades actuales. Un educador comprometido pues, es capaz de romper con las ataduras del sistema imperante en pro de construir un mundo nuevo y colaborar en la formación de los hombres y las mujeres nuevos que la sociedad de hoy y del futuro necesita.

 

El educador, como ser político que es, se sume en una realidad concreta con problemas que atañen directa e indirectamente a la sociedad en su conjunto y que queda manifiesta en las aulas de las escuelas y colegios. Esa realidad es acarreada por cada educando durante su estadía en la escuela y al llegar a su casa y fuera de ella, y a veces es cruel, pero forma parte del ensamblaje de la maquinaria de un mundo en crisis. El educador comprometido reconoce esta realidad como una lucha constante entre aquellos que tienen el poder y los que no y por tanto, se enmarca en los combates de su contexto inmediato de una forma contestataria, transformadora y radical.

 

El educador, desde esta perspectiva, debe ser uno con el pueblo en lucha, dentro y fuera de las aulas, debe ser un agente de la esperanza dentro de sus mismos sueños y anhelos. Un mundo mejor, más justo, más solidario, más lleno de amor, más crítico y revolucionario, son las consignas de la lucha del educador dentro de un sistema excluyente y egoísta, asesino e inclemente, como el actual.

 

La propuesta radica hacia un educador nuevo. Aquí no importa el área de formación académica, simplemente parte de una consigna que debe ser revolucionaria, transformadora. Se trata de praxis política y praxis cultural. El único requisito para esta educación radical es el compromiso y la toma de consciencia sobre su misma situación existencial para vivir y luchar con niños, jóvenes y adultos que, junto al educador, comparten los mismos sentimientos, tienen los mismos sueños y combaten al mismo enemigo.

 

Algunas posibles propuestas para educadores radicales son:

 

  • Un compromiso social y político real. Las luchas de los educadores no están aisladas de las del pueblo. El poder imperial ha creado toda una gama ilusión sectorial de lucha. Ha metido sus tentáculos en los movimientos sociales haciéndolos creer que son luchas aisladas del resto, que lo que le ocurra al vecino no le incumbe al otro. El educador radical, por tanto, lucha por un mejor destino para todos, pero con todos y colabora en la concienciación de una sociedad que interiorice esta realidad.
  • La acción dialógica. Dialogar sobre los problemas inmediatos con los educandos y, a partir de ahí, montar el currículum. Esto implica que el educando ya no es un simple depositario del conocimiento, sino que ayuda a construirlo, dialógicamente, con el educador. Juntos transforman el mundo. Educador y educando son uno en la transformación de la realidad opresiva, ya no uno sobre el otro, sino ambos contra el sistema.
  • Motivar la esperanza. El educador, como ser humano que es, tiene sueños y el educando que está a su lado también. El educador tiene la esperanza de un mundo mejor y esto es compartido por sus educandos, pero ante la desesperanza y el pesimismo del consumismo que impone el sistema opresor, se debe siempre tratar de plasmar un atisbo de esperanza, mismo que solo puede ser alcanzado por una lucha común, donde la transformación radical de la sociedad es el fin.
  • El antimperialismo. El educador comprometido, al menos aquí en Nuestra América, jamás debe pasar desapercibida una realidad que está metida en lo más profundo de todas las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales de los pueblos en resistencia (o enajenados) contra el poder opresor: esto es el imperialismo. Las relaciones con las potencias imperiales a lo largo de los últimos siglos, han definido las peculiaridades de la región y Costa Rica no escapa a esta realidad. Sin embargo, es necesario comprender el tejido sistémico e histórico de esta relación proxenetista de los dominadores sobre los dominados.
  • Una pedagogía crítica. La educación al servicio de la sociedad en construcción solo puede ser si parte de una triple práctica pedagógica: pensar, criticar y actuar. El pensar implica la reflexión de este sistema en crisis, reconocer su proceso de construcción y su naturaleza opresiva, denigrante e injusta. Criticar es la postura contestataria, radical y propositiva de cambio. Actuar es llevar la reflexión crítica a la realidad objetiva, al mundo en crisis para transformarlo, es luchar en las calles, en los pueblos, en las aulas, en la vida.
  • Revolución. El educador se suma a la Revolución de los pueblos en lucha y resistencia. Se concientiza sobre la actuación del mercado que privatiza la vida e individualiza egoístamente a la persona humana. El educador radical, revolucionario, se enfrenta directamente al sistema, lo encara, lo expone en su máxima expresión genocida y lujuriosa, y aspira derrotarlo para entablar junto con la sociedad, un mundo nuevo, más humano, más solidario. Sabe además, que la Revolución es permanente e inacabada y está en constante evolución histórica y parte de la realidad sociocultural para adaptarse a las necesidades del pueblo revolucionario.

 

Estas son simples propuestas en construcción, jamás acabadas ni perfectas, solo posibles respuestas. Corresponde a los educadores formar sus propias ideas, contribuir con fundamento a la construcción de la sociedad nueva tan ansiada por miles. Educación es revolución en el tanto promueva el cambio y no la perpetuidad del sistema.

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